Javier Soriano Trujillo

La política de defensa

La tribuna

11480394 2025-03-22
La política de defensa

22 de marzo 2025 - 03:08

Tras estos años de guerra en suelo europeo, se ha tenido que producir un cambio en la estrategia política del gobierno estadounidense para que la política de defensa en nuestra Nación pase a estar en el candelero. Parece ser que los únicos que siempre han tenido y tienen claro cual es la razón de existir de nuestras Fuerzas Armadas somos los propios militares. Una Institución que lleva décadas con sucesivas reorganizaciones de sus estructuras orgánicas y procedimientos para enfrentarse a los nuevos retos que la situación geopolítica nos depara. Inmersas en los dos últimos siglos en guerras intestinas, entre finales de los años cincuenta y principios de los sesenta del siglo pasado, experimentaron un importante proceso evolutivo alentado con la firma de los llamados Pactos de Madrid de 1953 entre nuestra Nación y Estados Unidos, facilitando nuestra integración en el bloque occidental, adaptando nuestras Fuerzas Armadas a las doctrinas occidentales e iniciándose las colaboraciones con otros Ejércitos (estadounidense y europeos). La retirada de nuestro Protectorado marroquí (1956-61) y el final la guerra de Ifni (1957-58) dejaron de lastrar a unas Fuerzas Armadas ancladas hasta entonces en la guerra civil.

El final de la guerra del Sahara (1973-75) y de la Dictadura, el inicio de la Transición con la creación del Ministerio de Defensa y nuestra integración en la OTAN en 1982, dio paso a la necesidad de una nueva reorganización, que se materializó en el Ejército de Tierra en 1983 con el Plan META (Plan General de Modernización del ET), con una serie de medidas para adaptar la organización del ET a la nueva situación: transformación de una estructura territorial en una funcional y la reducción de un 50% de los efectivos. En 1990 se aprobó un segundo Plan, el RETO, para hacer frente a la reducción del tiempo de prestación del servicio militar.

La caída del muro de Berlín en 1989, la desintegración de la URSS en 1991, y la desaparición del Pacto de Varsovia dando con ello fin a la llamada “Guerra Fría”, forzó a las potencias occidentales a replantearse su política militar, centrada desde entonces en la configuración de fuerzas multinacionales para actuar al amparo de la ONU, la OTAN u otro tipo de coaliciones en conflictos armados asimétricos de diferente naturaleza y localización geográfica. Nuestro mando militar, ante la evolución continua de la situación geopolítica, junto a demandas sociales como la incorporación de la mujer al Ejército y el rechazo al servicio militar obligatorio, ha sabido aplicar sucesivas reestructuraciones como el Plan Norte en 1994, la Profesionalización en 2002, el Plan Ejército de Tierra XXI en 2006, las Brigadas Orgánicas Polivalentes en 2014, y en la actualidad la Brigada Experimental 2035.

Esta evolución en el ámbito militar se ha llevado a cabo con la limitación de recursos impuesta por el mando político, que es quien dirige la política de defensa. El mismo mando político que allá por los años ochenta abolió la palabra “guerra”, puesto que lo políticamente correcto es hablar de “conflicto”. El mismo mando político que ha “igualado” a los militares con el resto de los funcionarios de la administración pública, sin querer darse por enterado que un Soldado está para la guerra, y en una guerra no hay conciliación, ni sindicatos, ni horario de oficina…. El mismo mando político que impulsa en educación la cultura de paz sin Ejércitos, en vez de promover una conciencia de seguridad y defensa. El mismo mando político que no tiene previsto un plan de movilización, puesto que no existe la guerra. Y ahora, sin un plan de concienciación de la sociedad pretende incrementar de aquí al 2030 en 20.000 los efectivos militares, olvidándose de los problemas de captación que sufrimos en la primera década de este siglo. Con un mando político comprometido desde 2014 ante OTAN con el objetivo de alcanzar el 2% del PIB en Defensa en 2024, y que pretende diferir al 2029. El mismo mando político que ha llegado a afirmar públicamente que le sobraba el Ministerio de Defensa, es el que ahora dirige la política de defensa estando subordinado a la extrema izquierda e independentistas, grupos políticos que no ocultan su animadversión a sus Fuerzas Armadas.

Pero a pesar de ello, el mando militar continuará con el proceso de mejora de estructuras operativas y procedimientos para seguir afrontando los nuevos retos hasta donde se llegue con los recursos públicos asignados.

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