Javier Soriano Trujillo

El plan de defensa 2025

La tribuna

Eel pasado martes 22 de abril, el Consejo de Ministros aprobó el “Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa de España y Europa”. En posterior rueda de prensa en La Moncloa, nuestro Presidente señaló que “vamos a tener que llevar a cabo una inversión relevante de 10.471 millones de euros adicionales a los ya destinados a estas políticas, lo que nos va a permitir saltar del 1,4% del PIB de inversión en Seguridad y Defensa realizado en 2024, al 2% en 2025”; así mismo afirmó que “es un esfuerzo importante, proporcional al compromiso que hicimos en el año 2014 -con una administración conservadora- y a los desafíos a los que se enfrentan España y Europa”, subrayó, y se alcanzará “sin subir impuestos, sin tocar un céntimo la inversión en el Estado del bienestar, y sin incurrir en un mayor déficit público”. De acuerdo al documento difundido por Moncloa, el Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa es la respuesta a un contexto internacional marcado por la creciente beligerancia rusa, la aparición de nuevas amenazas híbridas, y el replanteamiento de la Alianza Atlántica. Supone un reflejo claro de su firme compromiso con la seguridad de la ciudadanía, el progreso tecnológico del país y el avance del proyecto europeo. Constará de una inversión de 10.471 millones de euros para el año 2025, que permitirá aumentar el gasto total en defensa y alcanzar el objetivo del 2% adquirido ante la Unión Europea y la OTAN.

Antes de entrar en este PLan, hay que tener claro porqué vamos a tener que llevar a cabo tan importante incremento del gasto público de un día para otro y al margen de los procedimientos presupuestarios habituales. Y para ello nos tenemos que remontar a 2014, cuando en la cumbre de la OTAN celebrada en la ciudad de Newport (Gales, Reino Unido), se recomendó a las Naciones miembros de la Alianza que aumentaran su presupuesto militar hasta alcanzar el 2% del PIB en un plazo máximo de diez años. Ese año, el esfuerzo de nuestra Nación en Defensa fue del 0,9% del PIB, lo que nos colocaba a la cola en la OTAN. Nuestro Presidente de entonces, Mariano Rajoy, afirmó que intentaría alcanzarlo «a medida que se vaya produciendo la recuperación económica» y «en el horizonte tentativo de una década». ¡Y tan tentativo!, cambiamos de Gobierno, estamos en el 2025, y acabamos el 2024 con un gasto en Defensa del 1,43% del PIB según nuestro Gobierno, 1,28% según criterios OTAN, es decir, con un incrementado del gasto en algo menos del 50% de lo que nos comprometimos en 2014. La motivación para llevar a cabo este Plan de 10.471 millones de euros con tanta premura es la misma que la existente en 2014: guerra de Ucrania, nuevas amenazas híbridas y replanteamiento de la Alianza Atlántica. ¿Es que ha tenido que llegar Trump para hacer ahora, en meses, lo que no hemos hecho en una década?.

Lo que deja claro el Plan es que este incremento del gasto en defensa no va a ser estructural, sino coyuntural, no va a significar un compromiso presupuestario anual mantenido en el tiempo, es decir, sólo lo será mientras dure la actual coyuntura internacional y hasta que la Unión Europea alcance los objetivos de autonomía industrial y seguridad recogidos en su Libro blanco de Defensa. De esta manera, la impresión que transmite nuestro Gobierno es que sólo pretende salvar sus compromisos internacionales con medio Gobierno y sus socios parlamentarios opuestos a los valores de la Alianza Atlántica, a los propios valores de las democracias europeas y, por tanto, al incremento del gasto en Defensa.

Entrando en el Plan, este contiene partidas presupuestarias que, desde mi punto de vista, poco tienen que ver con los criterios definidos por la Alianza para su consideración como gasto en Defensa, llamándome la atención su mismo nombre (Industrial y Tecnológico); ¿es que el Gobierno tiene miedo de llamar las cosas por su nombre?. Lo que nos están exigiendo nuestros Aliados es un mayor compromiso en el esfuerzo militar, y así de claro hay que transmitirlo a la sociedad. Ya me dirán cómo encajamos en un incremento del gasto en Defensa la adquisición de aviones anfibios para lucha contraincendios, por ejemplo, o el aumento de las contribuciones al ISFAS (Instituto Social de las Fuerzas Armadas). A algunos se les llena la boca de europeismo, pero que los sacrificios los hagan los demás, que los muertos sean de otros. ¿Es que van a venir a sacarnos las “castañas del fuego” en nuestra frontera sur?. Para empezar, Ceuta y Melilla están fuera del “paraguas” de la OTAN y tengo mis dudas sobre la posición que adoptarían nuestros socios comunitarios.

Para más inri, la coordinación de este Plan recaerá en un Comité Nacional de Seguridad y Soberanía Tecnológica, un organismo de nueva creación, dependiente de la propia Presidencia del Gobierno, es decir, al margen del control parlamentario, cuando se podría haber recurrido a la Ley de Seguridad Nacional que ya establece una estructura clara de coordinación interministerial en materia de Seguridad y Defensa Nacional, con un Consejo de Seguridad Nacional. Claro, hemos evolucionado de Seguridad y Defensa Nacional a Seguridad y Soberanía Tecnológica, que por lo visto es distinto. Ya no nos basta con suprimir la palabra Guerra, tambien suprimimos la palabra Defensa, no vayamos a molestar a los neocomunistas del siglo XXI e independentistas antiespañoles.

En todo caso, convergente con este Plan debería haber otro más importante para mí que es un Plan de Concienciación de la sociedad de la importancia de nuestra Seguridad y Defensa Nacional para preservar nuestro Estado de Bienestar. De nada sirve este incremento del gasto público con una la sociedad alejada de la realidad, que vive de espaldas al mundo que nos rodea, que no es consciente de que, por ejemplo, en la guerra de Ucrania ya han causado baja, entre muertos y heridos, tantos ucranianos y rusos como para formar una decena de Ejércitos de Tierra como el nuestro. Y más cercano a nosotros, la caída de amplias áreas del Sahel en manos de grupos islamistas que tienen facil infiltrar en nuestro territorio nacional elementos terroristas a través de las redes que trafican con la inmigración ilegal (sinónimo de irregular, por aquellos que no les gusta la palabra ilegal).

Plantear un esfuerzo económico de este volumen con los Presupuestos Generales del Estado prorrogados, con una opacidad más propia de un régimen autoritario bananero que de un Estado democrático de corte occidental, y con una parte del Gobierno pidiendo la salida de la OTAN, no es la mejor carta de presentación de este Plan a nuestros Aliados. La Seguridad y Defensa Nacional es un asunto tan importante que no puede estar supeditado a un trilerismo político cortoplacista.

Y cuando estoy terminando este artículo, me encuentro en Madrid en pleno “apagón” que estamos sufriendo, cuyo origen habrá que aclarar lo antes posible, puesto que afecta a la Seguridad Nacional.

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