La tribuna
El obelisco inacabado de Almería
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De las canteras de granito próximas a Asuán (Egipto) durante cientos de años salió la mayor parte de la piedra que se utilizó para construir las pirámides, estatuas y columnas gigantes de Egipto. Hoy 3500 años después aún podemos contemplarlas erguidas, desafiando al tiempo. De estas canteras también salieron los obeliscos que hoy se encuentran en Roma, Nueva York, Estambul, París o Londres. Pero se encuentra también en estas canteras el llamado “obelisco inacabado” que yace en posición horizontal, porque cuando ya estaba casi acabado, la piedra se resquebrajó y hubo que abandonar la empresa. De haberse terminado, hubiera sido el obelisco más alto del mundo conocido hasta la fecha con sus 40 metros de altura y una base cuadrada de 4 metros de lado. Sencillamente colosal, impresionante. Fue descubierto a principios del siglo XX, ya que permaneció oculto bajo una gruesa capa de arena durante 34 siglos. Hoy está incluido en la ruta turística de Egipto.
Almería recientemente ha inaugurado una gran obra pública: el nuevo Cerro de San Cristóbal; nada tiene que ver con las obras faraónicas de Egipto, salvo en una cosa: es una obra inacabada, como el obelisco, aunque por causas distintas. Los ciudadanos de a pie no entendemos el porqué de esas prisas de inaugurar obras públicas antes de estar totalmente terminadas. Después de dos años de trabajo en el cerro, con las incomodidades que ello supone para los vecinos, el que duren las obras un mes más, no preocupa a nadie.
Esta obra era necesaria para sanear y adecentar el espacio comprendido entre la muralla de Jayrán, la nueva calle Pósito y La Hoya y felicito a la alcaldesa por su decisión y valentía a la hora de acometerla. Hace tres noches me encontré con un matrimonio navarro visitando el Cerro de San Cristóbal y me comentaba que había conocido nuestra ciudad hace unos treinta años y que aquel recuerdo de pobreza y abandono de la zona nada tenía que ver con lo que estaba contemplando. Y así es. Por eso reitero mi enhorabuena a la alcaldesa. Dicho esto, comento que aún no está abierta la escalera primera que sube de la calle Pósito al cerro y no está abierta porque aún no se han terminado las obras. La mitad del aparcamiento que hay al final de la calle Antonio Vico a la izquierda, que se inauguró hace dos años aproximadamente, está inutilizado como tal, porque está ocupado por los restos de material de las obras (tubos, adoquines, bloques, arena, cemento, contenedor de obras etc.) esto supone que los vecinos que aparcaban allí lo hagan en las nuevas plazas que se han creado en la parte media del cerro, con lo cual es imposible aparcar para el visitante.
Ya en el Camino de San Cristóbal, donde comienza la zona peatonal y esto es lo que más me duele, hay esculpidas en la roca del talud dos cruces, posiblemente realizadas por los templarios, que permanecieron en nuestra ciudad desde 1147 a 1157 tras la conquista de la plaza por las tropas de Alfonso VII y aliados. Soy consciente de que alguien podrá decir que no lo son, aunque tampoco se podrá demostrar lo contrario; pero en cualquier caso tienen un gran valor histórico y pasan totalmente desapercibidas al visitante, porque no hay ninguna señal que indique su existencia. Una de ellas ha quedado en parte cubierta por los escombros. Antes la piqueta y ahora las retroexcavadoras se han llevado por delante muchas páginas de nuestra historia, que son nuestras raíces. Vamos a preservar y mimar lo poco que nos queda.
La vegetación parece la adecuada, aunque habrá que esperar a la primavera para ver cómo responden en su nueva ubicación. Quizás algún naranjo en la parte más resguardada de los vientos no hubiese quedado mal, para dar unas pinceladas de verde, durante los meses en que otras especies permanecen sin hojas.
Por último es imprescindible una limpieza a fondo, y esto tiene que ser manual, para recoger todos los vidrios, latas, trozos de ladrillos, embases de todo tipo y toneladas de escombros esparcidos por doquier que son una blasfemia por su ubicación a los pies del Sagrado Corazón de Jesús, que convierten este cerro en un lugar sagrado, además del mejor mirador de Almería.
Si no se toman medidas pronto, parte de los escombros y tierra que tapizan la ladera este, con las primeras lluvias, serán arrastrados hasta la Calle Pósito. Las nubes no entienden de inauguraciones.
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