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El grifo es uno de los grandes inventos de la humanidad, que por su sencillez, tal vez no lo hemos valorado suficientemente, a pesar de lo que supone su uso, para que el agua no se malgaste. Se considera su inventor a Thomas Gryllen en 1800; aquellos primeros grifos eran muy parecidos a los que utilizamos actualmente; pero en realidad los grifos se usaron ya unos 1700 años a. C. hechos en broce, en fuentes, baños y en las mansiones de algunos pudientes romanos. Estando al frente de una Cáritas en Roquetas, en una ocasión preguntamos a un grupo de emigrantes africanos qué era lo que más le llamaba la atención o lo que más les había impresionado de España. Uno de ellos contestó rápido a la pregunta: “abrir un grifo y que salga agua”. Quizás en el mundo civilizado aún no valoramos suficientemente lo que supone tener en cada domicilio un manantial de agua controlado. Solo las cosas que escasean o que cuesta un gran esfuerzo conseguirlas, las valoramos. Pero el grifo que traigo hoy a esta columna es el grifo mitológico: animal fabuloso con la cabeza, pechera y grandes alas de águila y el resto del cuerpo de león, como elementos principales. Y ya metidos en harina comento que en el Pleno del Ayuntamiento de Almería del 4 de abril, el Grupo Municipal de Podemos-Izquierda Unida-Los Verdes ha presentado una propuesta instando a la corporación para que solicite al Gobierno que inicie los trámites necesarios para que el Grifo de Pisa ,se convierta en el Grifo de Almería y que retorne a nuestra ciudad. Esto en lenguaje normal se llama tirar tiros al aire, maniobra de distracción o simplemente lanzar cortinas de humo; no sabemos con qué intención. Grifos se han encontrado en yacimientos con más de 5.000 años de antigüedad en Mesopotamia, Antiguo Egipto y en varios países ribereños del Mediterráneo. No hay ni un solo documento o referencia que nos permita pensar que el Grifo de Pisa procediera de Almería. Que pudiera ser de aquí, está dentro de lo posible, pero no más que de Túnez por ejemplo. Algunos historiadores citan algunas fechas como posibles, en que la flota de la República de Pisa pudiera habérselo llevado. Curiosamente no mencionan 1147 cuando la coalición cristiana al mando de Alfonso VII formada por sus tropas, las de Ramón Berenguel, caballeros templario y las flotas de Génova y Pisa conquistaron la ciudad de Almería. La participación de estos países bajo el mando de Alfonso VII, no lo hacían de forma altruista, sino a cambio del reparto del saqueo realizado de forma proporcional. En la conquista de Almería sabemos que el rey Alfonso se llevó a León una de las puertas de la mezquita aljama, Ramón Berenguer una puerta de la ciudad, posiblemente la de la Puerta Purchena y los genoveses un plato de esmeraldas que usó Jesucristo en la última cena. De lo que se llevaron los pisanos no figura en ningún documento, que yo sepa, pero lo que es seguro es que algo les tocó en el reparto y muy bien pudo ser el célebre grifo, que tras siete siglos encaramado en una columna a la intemperie sobre el ábside de la catedral de Pisa, ahora, cuando se van a cumplir 200 años (En 2028) de que esta figura zoomorfa se trasladara al interior del Museo dell’Opera del Duomo de Pisa, disfrutando de una temperatura muy confortable, este grupo de izquierda de Almería apremia a la alcaldesa para que traiga el viejo Grifo a Almería. Algunos investigadores hacen su procedencia, como una opción más, de Medina Azahara, por su similitud un tanto alejada del prototipo del grifo clásico.
Lo que no entiendo señores peticionarios, es en qué documento o tradición se apoyan para hacer esta petición. Pero puestos a pedir yo empezaría reivindicando a Barcelona la devolución de la puerta que se llevaron en 1147, tan rica y grandiosa que dio lugar al barrio de La Boquería, porque los catalanes se quedaban con la boca abierta al contemplarla. Con el mismo formato podrían pedir a Génova el plato de esmeraldas que se llevaron. Por último, señores de la izquierda almeriense, hay dos cosas que deberíamos revindicar todas las mañanas al levantarnos, porque son muy valiosas: una es Gibraltar y la otra es el oro que la izquierda española entregó a Moscú y aún estamos esperando el cambio.
No desperdicien los cartuchos tirando tiros al aire, guárdenlos para cuando de verdad se arranque la liebre.
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