Ángel López Moya

La feria de ganado de Ugíjar

La tribuna

8859236 2024-10-03
La feria de ganado de Ugíjar

03 de octubre 2024 - 03:08

Desde muy antiguo las ferias fueron concesiones reales, libres de impuestos, con objeto de dinamizar y facilitar las transacciones de ganado, enseres y alimentos. La feria de ganado más antigua de la Península Ibérica, de la que se tiene noticia, es la de Játiva que fue concedida por el Rey Jaime I de Aragón en 1250; pero la primera en importancia y duración, ha sido y lo sigue siendo la de Zafra, que data de 1380 y fue otorgada por el Rey Juan I. Este rey primero autorizó un mercado semanal, que fue aumentando de volumen rápidamente y en 1395 el Rey Juan II le concedió otro mercado más importante con motivo de las fiestas de San Miguel. Estos son los orígenes de la feria de Zafra, que poco a poco se fue orientando hacia la transacción de ganado, hasta convertirse en la feria más importante de España. Actualmente se llama FIG (Feria Internacional de Ganado)

Pues bien, después de esta introducción, quiero señalar que durante algunos siglos la segunda feria de ganado más importante de España ha sido la de Ugíjar. Quiero resaltar que Ugíjar siempre ha estado más conectada con Almería que con Granada, seguramente por la orografía.

Ugíjar ha sido y lo sigue siendo la capital de La Alpujarra, aunque Órgiva y Laujar intenten apropiarse de esta titularidad simbólica. El municipio de Ugíjar en la actualidad comprende además de la ciudad: Cherín, Jorairátar, Los Montoros y Las Canteras. En su día fue la capital de la taha nazarí y en 1493, cuando Boabdil aún era el señor de La Alpujarra, le concedió el título de ciudad. De la importancia que tuvo Ugíjar en el pasado, son testigos su antigua colegiata que fue construida en 1501 por bula del Papa Inocencio VIII, que había sido solicitada por los Reyes Católicos. A partir de 1842 se convirtió en parroquia. En esta iglesia se venera con gran devoción la imagen de la Virgen del Martirio, que es patrona de la ciudad y de toda La Alpujarra.

Después de la feria de Zafra venía la de Ugíjar, que aunque duraba varios días, para los pueblos alpujarreños, la Feria era el 12 de octubre. El ganado que llegaba procedente de otras provincias andaluzas, de Murcia e incluso de La Mancha, venía en tren hasta alguna de las estaciones del Marquesado de Zenete y luego por carreteras y caminos, atravesando el Puerto de la Ragua, llegaban a Ugíjar. La feria de ganado tenía lugar en el río Nechite o de Ugíjar o simplemente en el río. En las horas centrales del día aquello era un hervidero de corrillos en torno a los mulos y burros que se compraban o vendían. Un simple apretón de manos y un fajo de billetes que cambiaba de bolsillo, era toda la secuencia de la operación comercial; eso sí, después de haber comprobado varias veces la edad del animal, tras un minucioso examen de la dentadura y un imprescindible regateo, que formaba parte del espectáculo. Había verdaderos maestros que vendían un burro tuerto como si fuera un mulo castellano.

A la una de la tarde las familias ya estaban buscando un sitio donde sentarse, a ser posible en un ribazo y bajo la escuálida sombra de un almendro o de un álamo. De las cestas salían fiambreras y ollas llenas de comida, pero lo que no faltaba en ninguna de ellas, era la fritada de pajarillos; y es que en todos los pueblos alpujarreños, con la entrada del otoño, llegaban gran cantidad de pajarillos como los pichotes y codrías que aguantaban en estas tierras hasta la llegada de los primeros fríos.

Hace unos días, visitando Ugíjar, he rememorado aquellas ferias entrañables de las décadas de los 40 y 50 del pasado siglo, que para toda La Alpujarra era como el Día de Año Nuevo. Era un referente para todas las faenas del campo: sembrar el trigo antes de la Feria de Ugíjar; sembrar las habas después de la Feria de Ugíjar o coger la aceituna de mesa entre la Feria de Ugíjar y Los Santos.

La vuelta la hacíamos de noche montados en los mulos y yo muchas veces dormido. Sí recuerdo una noche que en el límite de las dos provincias, cerca del puente de hierro del río Alcolea, nos salieron unos maquis a pedir comida o dinero; comida a aquellas horas no había quedado nada, así que mi padre les dio 20 duros, que era lo que llevaba, y nos dejaron continuar el viaje. Solo recuerdo que mi padre me dijo: tú no hables nada y hazte el dormido.

Octubre es un magnífico mes para hacer una escapada a Ugíjar.

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