Javier Ángel Soriano

El español que descubrió las fuentes del Nilo

La tribuna

A Etiopía ya habían llegado los portugueses en las postrimerías del siglo XV con el objetivo de establecer una base de apoyo

El español que descubrió las fuentes del nilo
El español que descubrió las fuentes del nilo

11 de junio 2018 - 02:30

El español que descubrió las fuentes del Nilo
El español que descubrió las fuentes del Nilo

Hay acontecimientos en nuestra historia de tal magnitud que cualquier pueblo se sentiría orgulloso de ellos, pero quizás debido a nuestra propia indolencia, los hemos borrado de nuestra memoria histórica o simplemente hemos asumido una visión de los mismos impuesta por la cultura anglosajona. Una memoria histórica sesgada e ideologizada, en la que parece no tener cabida episodios como el protagonizado por el jesuita español Pedro Páez Jaramillo (1564-1622). Nacido en Olmeda de las Fuentes (Madrid), Pedro Páez fue el primer europeo que llegó a las fuentes del Nilo Azul en 1618, ciento cincuenta años antes de que el escocés James Bruce se atribuyera esta hazaña.

El río Nilo tiene dos apellidos: Blanco y Azul, que se unen en Omdurmán (Sudán), dando lugar al Nilo propiamente dicho. El Nilo Blanco nace en el lago Victoria, mientras que el Azul lo hace en el lago Tana (Etiopía). Debido a que el Blanco es mucho menos caudaloso que el Azul, que aporta un 80% de las aguas, podemos considerar a este como el auténtico Nilo, y al Blanco como un afluente. Pues bien, el primer no africano que tuvo el honor de contemplar cómo las aguas del lago Tana se vaciaban por el sur, iniciando su larga andadura hasta unirse en Omdurmán con las del Nilo Blanco y continuar hasta desembocar en Alejandría, fue el español Pedro Páez el 21 de abril de 1618, fecha de la que se acaba de cumplir el cuarto centenario sin pena ni gloria. Tras estudiar en el colegio jesuita de Belmonte (Cuenca) y Universidades de Coimbra y Alcalá de Henares, Pedro Páez viajó en 1588 a Goa (India) para incorporarse a las misiones jesuitas de Oriente. Desde Goa, intentó llegar a Etiopía acompañando al también jesuita Antonio de Monserrat, consumado viajero que ya había explorado la Ruta de la Seda la década anterior y al que se le atribuye el primer mapa del Tíbet del que se tiene noticia. Pero fueron secuestrados por piratas y vendidos como esclavos en Yemen, donde permanecieron varios años cautivos, regresando a Goa tras el pago de un rescate en un estado de salud muy precario del que Páez pudo recuperarse pero Montserrat no, muriendo este en marzo de 1600. El enviarles a Etiopía fue una misión tanto de orden religiosa como política, puesto que convirtiendo a los locales al catolicismo (los etíopes eran cristianos ortodoxos) e influyendo sobre su emperador para aliarse con Felipe II, se pretendió frenar la expansión turca en esta área geográfica y aliviar su presión en el Mediterráneo.

A Etiopía ya habían llegado los portugueses en las postrimerías del siglo XV con el objetivo de establecer una base de apoyo en sus viajes hacia la India y en la guerra contra los turcos, iniciando los jesuitas su labor misionera en esas tierras en 1557, misión que se prolongó durante un siglo aproximadamente. Pedro Páez inició en 1603 un segundo viaje a Etiopía que, partiendo de Goa, le llevó al puerto de Massawa, en lo que hoy es Eritrea. Ahí recibió la orden de reorganizar y poner en funcionamiento la misión de Fremona, cerca de la actual ciudad de Adua (al norte de Etiopía), donde estudió las diferentes lenguas locales y aprendió rudimentos de arquitectura y albañilería, consiguiendo ganarse la confianza de los emperadores etíopes Asnaf Sagad II y Malak Sagad III, a los que convirtió al catolicismo. Páez compaginó su función misionera con la construcción de iglesias y puentes, llegando a fundar una misión en Gorgora (orilla norte del lago Tana) y explorar toda la región.

Primer europeo junto a Antonio de Monserrat en cruzar el desierto de Hadramaut (Yemen) cuando fueron vendidos como esclavos en su primer viaje y primer europeo en tomar café y documentarlo, fue durante su segundo viaje cuando se convirtió en 1618 en el primer europeo en ver las fuentes del Nilo Azul. Murió en 1622 y sus restos descansan entre las ruinas de la antigua Iglesia de la misión que él mismo fundó en Gorgora. Ni Speke, que exploró en 1858 el lago Victoria en busca de las fuentes del Nilo Blanco, ni Bruce, que exploró durante doce años Etiopía en busca de las fuentes del Nilo Azul, fueron los verdaderos descubridores de las fuentes del Nilo, ya que lo fue nuestro compatriota Pedro Páez, hecho que ha quedado documentado en la "Historia de Etiopía", obra del propio Páez, en la que describe las fuentes del Nilo Azul, en "Rerum Aetiopicarum" del jesuita Camilo Beccari (minuciosa recopilación de la obra de la Orden en los siglos XVI y XVII) o en anotaciones en otros documentos jesuitas de la época.

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