La tribuna
José María Martínez de Haro
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Si bien el Diccionario de Autoridades (1726-139) se convierte en un referente imprescindible, no es menos cierto que, aunque reciben esta influencia y la posterior del DRAE (1.ª edición, 1780), los diccionarios no académicos desempeñan una función esencial. En 1786, 1787, 1788 y 1793 aparecen los cuatro volúmenes del Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina e italiana de Esteban Terreros y Pando. Obra rigurosa, que consta de 60000 entradas léxicas y 180000 acepciones. La referencia de este gran diccionario, del que Manuel Alvar Ezquerra señala que un 14% de las acepciones tienen un uso especializado, es el Diccionario de Autoridades, superando sus 42500 entradas. La presencia de regionalismos, americanismos, niveles de lengua y registros es evidente, como afirma Juan Manuel Platero. Como precisa este mismo estudioso, además de la gran atención a los tecnicismos, es encomiable el afán de Terreros por catalogar de una manera exhaustiva buena parte de la riqueza léxica del español. En 1842, se publica en Madrid el Panléxico de Juan Peñalver. El autor critica duramente a la Academia; sin embargo, la influencia de la institución es obvia, como demuestra la consulta de este diccionario.
En 1846, aparece en París un diccionario de gran interés y mérito: es el Nuevo diccionario de la lengua castellana de Vicente Salvá. Buena técnica, preocupación por las voces antiguas, americanismo y regionalismos. El valenciano también incorpora neologismos. Las marcas geográficas o diatópicas y diacrónicas o históricas son esenciales en esta obra. En 1846 y 1847, saldrán de la imprenta los dos tomos del Diccionario nacional o gran diccionario clásico de la lengua española de Ramón Joaquín Domínguez. A pesar de su técnica irregular, es un diccionario importante que muestra una gran preocupación por el léxico técnico y por las obras de Terreros y Labernia. El carácter enciclopédico del diccionario es claro, de acuerdo con las pretensiones y objetivos de su autor. En 1852, se publica en Madrid el Gran diccionario de la lengua castellana de Adolfo de Castro. Destacan la presencia de los americanismos y del vocabulario técnico. Otro diccionario del siglo XIX es el Diccionario enciclopédico de la lengua española, que edita Gaspar y Roig. Una obra valiosísima, pero injustamente, preterida es el Diccionario de ideas afines y elementos de tecnología (1893) de Eduardo Benot.
Uno de los grandes diccionarios del siglo XX es el Diccionario general ilustrado de la lengua española de la editorial Vox, prologado por Menéndez Pidal y coordinado por Gili Gaya. Su punto de partida es el vocabulario de la lengua culta, por lo que tiende a eliminar arcaísmos, dialectalismos y voces representativas de la jerga. Aparecen nuevas ediciones en 1953, 1973 y 1987, esta última coordinada por Manuel Alvar Ezquerra. Cuida mucho las definiciones. En 1990, se publica el Diccionario actual de la lengua española, dirigido por Manuel Alvar Ezquerra, que dio lugar en 1997 al Diccionario general de la lengua española. En 2001 se edita el diccionario Lema. Es un diccionario de uso con 47500 entradas y unas 100000 acepciones. En 1966 aparecerá el I volumen del Diccionario de uso del español de María Moliner (A-G) y en 1967, el segundo (H-Z). Es un diccionario didáctico y de uso. Edilberto Cruz indica que Manuel Alvar Ezquerra precisa que se trata de un diccionario de uso porque no solo recoge los sentidos de las palabras, sino que señala también cómo se usan y se incluyen otras con las que pueden reemplazarse. La ordenación de las acepciones sigue la consideración etimológica frente al sentido más usual. Actualiza las definiciones de la academia haciéndolas más claras y añade aspectos gramaticales de construcción sintáctica. Otros diccionarios importantes serán el Gran diccionario de la lengua española Larousse (1996) y Clave. Diccionario de uso del español actual de la editorial SM (1997), dirigido por Concepción Maldonado y revisado por Humberto Hernández.
En 1999 se publica el que quizá sea el mejor diccionario del español: Diccionario del español actual de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos. El método lexicográfico es riguroso, científico y sistemático, dirigido por el gran magisterio lexicográfico de Manuel Seco. Se basa en cuatro apartados: 1. Periódicos. 2. Obras didácticas. 3. Obras literarias de diversos géneros y 4. Guías, catálogos, folletos y prospectos. Se incorporan regionalismos y se consigue aplicar el propósito de mejorar las definiciones del sentido del significado en sus diversas acepciones. Es el gran diccionario del español actual. Entre los diccionarios onomasiológicos o ideológicos, merece capítulo aparte el Diccionario ideológico de la lengua española. Desde la idea a la palabra, desde la palabra a la idea (1942) de Julio Casares. Como señala Edilberto Cruz, los diccionarios semasiológicos (alfabéticos) se proponen, dada una palabra, averiguar las ideas expresadas por ella; los onomasiológicos, dada una idea, encontrar las palabras que la expresan.
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