José María Martínez De Haro

La conferencia de yalta

La tribuna

La conferencia de yalta
La conferencia de yalta

09 de febrero 2020 - 02:33

El 11 de febrero de 1.945, hace setenta y cinco años, tuvo lugar el acontecimiento más relevante de los últimos cien años. Los gobernantes de los países ganadores de la II Guerra mundial se reunieron en Yalta, un pueblecito de Crimea que alcanzó fama mundial. La potencias ganadoras habrían de rehacer el mapa de Europa devastada por una larga y cruenta guerra; Wiston Churchill del Reino Unido, Iosif Stalin, Presidente de la Unión Soviética y Franklin D. Rooselvelt Presidente de EE UU. En aquella mesa tuvo lugar el acuerdo para administrar la paz mediante una organización de naciones que se llamaría ONU (Organización de Naciones Unidas). Pero el acuerdo que dejaría huella política, económica y militar fue el reparto de influencias entre las potencias vencedoras. Y resumiendo detalles, aquel acuerdo y sus consecuencias fue el comienzo de lo que se conoció como guerra fría.

EEUU emergía como potencia indiscutible en el bloque occidental por su decisiva aportación a la victoria sobre Alemania e Italia, por su desarrollo industrial y la pujanza de su economía extendida en el Pacífico hasta Asia y singularmente en los países anglosajones. La popularidad de Stalin ganador de una guerra en condiciones extremas le consagró líder de un país que con la aplicación del terror y la implantación de una brutal dictadura había sojuzgado millones de europeos de aquel vasto imperio y ahora, en Yalta se disponía a extender a países de la Europa occidental a lo que sería la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Los recelos entre dos ideologías y dos formas de gobierno fueron pronto advertidas con preocupación desde ambos bloques; de una lado las nacientes democracias Europas; Alemania e Italia, amparadas por EE UU y del otro lado, Polonia, Hungría, Bulgaria, Rumanía, Checoeslovaquia, Albania, Alemania Este y Yugoslavia, países que fueron del Imperio Austro Húngaro quedaron bajo la tiranía soviética como parte de la naciente URRSS y en contraste con sus culturas y creencias religiosas. Europa claramente fragmentada y dos potencias que comenzaban su afán de expansión e influencia. Lo que ocurrió en aquellos países del bloque comunista, singularmente en Rusia, durante estos largos años hasta la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1.989 ha quedado en las crónicas del horror y el genocidio. Interesa a los que quedaron del lado de las democracias occidentales analizar los hechos que nos han conducido hasta esta crisis. Tras la Conferencia de Yalta se puso de relieve la decadencia definitiva del Imperio Británico, un nuevo imperio sustituía siglos de esplendor colonial y marítimo donde Inglaterra fue potencia mundial, Los Estados Unidos de América jugaron su baza decisiva en la hoja de ruta de Europa tras la derrota del fascismo; Los países europeos occidentales habrían de aceptar algunas referencias comunes para poder organizar sus territorios, la economía y formas de gobierno. Y con la influencia singular de algunos gobernantes y economistas americanos y europeos se aceptó como forma de gobierno las democracias parlamentarias de corte liberal, la economía de libre mercado, el capitalismo como sistema económico bajo el liderazgo del dólar americano como moneda de referencia sostenida en el petróleo como fuente energética .Además, la urgente formación de un bloque militar de defensa de estos países y sus intereses económicos, territoriales y políticos: la OTAN.

Casi ochenta años de prosperidad y relativa paz han dado paso a economías pujantes en el centro y norte de Europa con un sistema de libertades y garantías que ha sido capaz de consolidar el llamado Estado de Bienestar del que disfrutan millones de ciudadanos libres. Algunas diferencias de intereses geopolíticos y estratégicos han ido creando la opinión de fragilidad de aquel gran comienzo. La revolución tecnológica, el avance de la industria y el impacto de las nuevas redes de comunicación, informática, robótica, inteligencia artificial, y singularmente internet marcan ya una nueva era donde aquellas referencias han quedado arrolladas por la realidad vertiginosa y cambiante. Una sociedad totalmente distinta se hace presente en redes sociales con demandas con el ritmo de los tiempos. Y en este escenario las respuestas de las democracias liberales parecen insuficientes para satisfacer los retos de una problemática desconocida y acuciante. Algunos expertos sitúan la verdadera naturaleza de la "crisis" en que en este siglo XXI aquellos elementos que formaron una forma de vida y de gobierno están cuestionados; el dólar no es ahora la moneda de referencia en la economía desde la creación del euro como moneda única de los países de la Unión Europea. El liderazgo mundial de EE UU está en competencia con China y a la vista de otras economías emergentes. La influencia de los países industriales de entonces; EE UU, Inglaterra, Alemania, Italia, Suecia, etc. ahora se ve alterada por el fenómeno de la globalización que señala a Europa como una potencia económicamente vulnerable. Asimismo el petróleo es incompatible con la sostenibilidad del medio ambiente y la industria y la ciencia buscan alternativas sostenibles capaces de compatibilizar el desarrollo de la economía y el bienestar de los ciudadanos. Y finalmente la ausencia de "enemigo exterior" que amenazara la paz en aquellos años de post guerra y euforia se enfrenta hora mismo al terrorismo de raíz islamista que atenta en Europa y en USA guiado de un fanatismo incompatible con la democracia y la paz. El resumen podría parecer excesivamente simplista pero es lo cierto que nada de lo que hace ochenta años permitió el avance de las democracias, el imparable ascenso de la economía de libre mercado, la pujanza del dólar, el papel líder de EE UU, ahora mismo están en clara decadencia o simplemente ya no conforman una realidad geo política, económica o estratégica. La desintegración de la extinta URSS abrió una etapa de posicionamiento del mal llamado "bloque occidental" en relación con la actual Rusia donde el concepto de la democracia tiene caracteres singulares.

La aproximación al futuro de Samuel Huntington en sus conocidos ensayos; "La Tercera ola" y el más polémico " ¿Choque de civilizaciones?" cobran ahora actualidad cuando estamos en los comienzos en una nueva era y de manera perceptible se cierra otra era que ha deparado muchas aportaciones a la civilización accidental y al mundo entero. A esta compleja situación también se refiere el politólogo y pensador Francis Fukuyama que resume en su libro " El fin de la historia" donde sostiene que la Historia como lucha de las ideologías terminó con la extinción de la URRSS y se atisba un mundo donde la democracia liberal se ha impuesto dando fin a la guerra fría. Huntington y Fukuyama cuando escribieron sobre el futuro no conocieron estos fenómenos que alteran ahora mismo la percepción de ese futuro; la globalización, la necesidad de nuevas fuentes energéticas, la vulnerabilidad de las democracias, el auge de los populismos, el éxito en algunos países de la izquierda de raíz comunista, la revolución digital, la influencia de las redes sociales en la opinión pública, las migraciones masivas, y a todo esto, la decadencia de occidente con el abandono de tradiciones, cultura, incluso sus propias raíces e historia.

Posibles claves de la crisis que alcanza la identidad de nuestra civilización occidental podrían estar en todo lo anterior y parece ser que los gobiernos de estas democracias no estan dando las respuestas que reclama la sociedad del siglo XXI.

Con aciertos y errores las generaciones de post guerra hemos disfrutado de muchos años de paz y de bienestar y ahora nos enfrentamos a un futuro incierto sin que se vislumbren los lideres capaces de proponer otra nueva era de ilusión y esperanza para la humanidad.

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