La tribuna
José María Martínez de Haro
¡Arriba España!
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Alguien ha escrito que Francisco Javier de León Bendicho y Quilty es la persona que más hizo por Almería sin ser almeriense de nacimiento. Estoy totalmente de acuerdo, aunque tengo que añadir que conjuntamente con su esposa María Dolores Puche. La familia Puche se estableció en Almería en el siglo XVI procedente según todos los indicios de Cataluña, transformando su apellido original de Puig por el Puche de fonética más española. El primero de los Puche que apareció por Almería fue Onofre Puche que vino con el rey Fernando el Católico a la entrega de la ciudad; venía como guardia del Rey. María Dolores Puche, la mujer que se casó con Bendicho, era hija de José María Puche y Perceval y de Dolores Sequera que a su vez era hija de los condes de la Puebla de Portugal. Sin entrar en más detalles genealógicos diremos que los Puche pertenecieron a una familia de nobles e hijodalgos de las más poderosas de Almería. En el siglo XIX los Puche eran una familia acaudalada con multitud de rentas y propiedades en fincas rústicas y urbanas en Almería y Níjar principalmente.
El otro protagonista de este artículo es Francisco Javier de León Bendicho y Quilty (algunos autores lo apellidan Quelty) nacido en Granada el 29 de noviembre de 1803 y según Tapia Garrido nació en Málaga en 1809 (Tapia estaba confundido) Era hijo de Francisco de León Ferrándiz Bendicho que formó parte del Consejo Supremo de España e Indias y de Josefa Quilty. El joven granadino cursó estudios de derecho en la universidad de su ciudad natal, aunque nunca ejerció la abogacía. Perteneció a una familia adinerada.
El matrimonio Bendicho-Puche fijó su residencia en Almería, haciéndolo en la casa de los Puche situada en la Plaza de los Olmos y que hoy conocemos como Plaza de Bendicho; hoy es propiedad de la Hermandad del Prendimiento. Se trata de un palacete de dos alturas con patio interior y estilo neoclásico. Llama la atención el hecho de que esta casa esté adosada al muro este de la catedral, sobre todo pensando que ésta fue construida como templo, pero también como fortaleza para defendernos de posibles ataques de musulmanes; esto nos hace pensar la importancia y fuerza económica de los Puche para enfrentarse a una institución tan poderosa como la Iglesia en aquella época.
El joven matrimonio no tuvo hijos y sin duda esto les permitió dedicar una parte muy importante de su fortuna a obras benéficas y de caridad en nuestra ciudad. Por esta circunstancia de no tener descendencia en 1847 Francisco Javier de León Bendicho autorizó a su esposa María Dolores Puche a que renunciase al título de Conde de la Puebla de Portugal a favor de Don Francisco de Paula Enríquez. En 1872, ya viudo, aparece Bendicho como el tercer mayor contribuyente de nuestra provincia.
Los Bendicho-Puche fueron posiblemente los mayores benefactores de Almería. El Hospital Provincial de Santa María Magdalena, hoy restaurado, fue una de las donaciones más importantes que hicieron a la ciudad. También donaron a la ciudad los terrenos para la construcción de un hospicio junto al Hospital y corrió con los gastos para construir la capilla del Hospital. Bendicho hizo las gestiones adecuadas para conseguir que las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul vinieran a Almería, encargándose de los cuidados de los enfermos tanto físicos como mentales del Hospital y también para que se pusieran al frente de la Casa Central de Niños Expósitos.
Contribuyó al desarrollo de Almería y su provincia desde los puestos que ostentó y particularmente en multitud de ocasiones como fue el caso del alumbramiento de la noria de Alhadra en 1853 a la que llamó Puche en honor a su esposa y que hoy da nombre al conocido barrio, hoy tan popular como conflictivo. Colaboró intensamente en el arreglo de caminos y la creación de otros nuevos en toda la provincia. Fue también un gran escritor. Publicó un poema “Al feliz natalicio de la Serenísima Infanta de España doña María Isabel Luisa” y “Gratitud de un pueblo a S.M. la Reina”. Pero su obra más importante fue la traducción de “Los Argonautas” de Cayo Valerio Flaco en cuyo prólogo, refiriéndose a Almería, dice “mi patria adoptiva” y por si había alguna duda pidió que a su muerte fuese enterrado en Almería. Este matrimonio se merece unos bustos, como mínimo, frente a la que fue su casa.
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