Javier Soriano Trujillo

La batalla de otumba

La tribuna

7574615 2024-07-06
La batalla de otumba

06 de julio 2024 - 03:11

En este mes de julio, pero de 1520, tuvo lugar la batalla de Otumba, una de las más importantes de nuestra historia. Una batalla que se produjo en el marco de la Conquista de Méjico, en la que se enfrentaron fuerzas mexicas al mando de Cihuacóatl Matlatzincátzin y las de Hernán Cortés, formadas por un reducido número de compatriotas y sus aliados tlaxcaltecas.

Como resultado de nuestra victoria, las fuerzas de Cortés, tras reorganizarse y reforzarse, iniciaron una ofensiva hasta derrotar a los aztecas con la toma de su capital Tenochtitlan, fundando el Virreinato de Nueva España. Una conquista que se había iniciado tres (3) años antes con una primera expedición, al mando de Francisco Hernández de Córdoba, que alcanzó la costa de Yucatán, una segunda expedición en 1518, al mando de Juan de Grijalva, que llegó a Campeche y Tabasco, y una tercera, al mando de Hernán Cortés, que fue la que derrotó al imperio azteca y fundó Nueva España.

Cortés inició esta tercera expedición con 518 Infantes, 16 jinetes, 13 escopeteros, 32 ballesteros y 110 marineros (las tripulaciones de las 11 pequeñas naves en las que se desplazaron), así como 32 caballos, 10 cañones de bronce y 4 falconetes. Con estos efectivos derrotó a uno de los mayores imperios de América, el Azteca, poblado por más de 15 millones de personas. Una epopeya que apenas tiene igual en la historia.

La batalla se produjo una semana después del episodio conocido como la Noche Triste, donde Cortés y compatriotas, a las que se les habían unido indígenas tlaxcaltecas, habían sido expulsados de la capital azteca de Tenochtitlan, hoy ciudad de Méjico, habiendo perdido más de la mitad de sus hombres al igual que gran parte de su artillería, arcabuces y caballos. A pesar de esto, Cortés logró retirarse con las fuerzas que le quedaban hasta alcanzar los llanos de Otumba (unos 300 compatriotas, con 22 caballos, y unos 4000 leales indígenas aliados tlaxcaltecas) donde quedó embolsado por un gran contingente de guerreros mexicas (unos 40.000).

No hubo más alternativa que la de combatir hasta la muerte, puesto que el objetivo de los aztecas no era otro que cogerlos prisioneros para su sacrificio posterior. Las órdenes de Cortés a los Infantes fueron cerrar filas y por ningún motivo romper la formación, mientras que los jinetes debían correr el campo. Los escasos jinetes de Cortés fueron clave en la batalla, ya que los aztecas nunca se habían enfrentado a un ataque de Caballería en campo abierto. De entre la multitud de guerreros enemigos, destacaba por su colorido Ciuacóatl, el caudillo de los mexicas, el cual desde una colina cercana dirigía el ataque haciendo señales con su estandarte. Cortés, a caballo y seguido por uno de sus hombres, Juan de Salamanca, se abrió paso entre las filas enemigas para dirigirse directamente al jefe azteca, derribándolo de una lanzada, siendo rematado en el suelo por Salamanca, quien cogiendo el estandarte se lo entregó a Cortés. La débil estructura de mando de los aztecas, bajo el liderazgo de su jefe, se descompuso al verlo muerto y el estandarte ondeando en manos del enemigo. Sin saber reaccionar, los “temidos” guerreros aztecas rompieron filas, lo cual combinado con la superioridad tecnológica de los nuestros, les hizo huir en desbandada, quedando sobre el llano de Otumba más de 5000 cadáveres aztecas. El golpe de audacia de Cortés resultó decisivo para el desenlace de la batalla. Hoy, en el mismo lugar, un túmulo conmemorativo en forma de cúpula coronada por una modesta cruz, recuerda este hecho histórico. Esta victoria y la conquista de Nueva España se produjeron gracias a la ayuda de los propios pueblos indígenas sometidos y esclavizados por los aztecas, que lucharon a nuestro lado con una lealtad y un valor que fueron ejemplo para nuestros Soldados.

Paradójicamente, mientras nuestros Tercios se desangraban en Flandes, jamás en la historia una Nación ha conquistado tan vasto imperio como el nuestro con tan solo un puñado de hombres, como Hernán Cortés, y digo hombres porque en las primeras expediciones a América no hubo mujeres por decisión de la Reina Isabel I de Castilla. Una decisión que forzó al mestizaje de culturas. Un ejemplo de ello es la figura de Malinche, la indígena amante de Cortés, con la que tendría un hijo, y sobre la que el compositor y productor Nacho Cano ha compuesto un espectáculo musical (con gran éxito) para dar a conocer al público en general esta figura de nuestra historia.

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