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El día 13 de este mes empezaron las obras que, en el plazo de un año, transformaran sensiblemente el Paseo de Almería y sus dos extremos: la Plaza Circular o de Emilio Pérez y la Puerta Purchena. Por las noticias que nos han llegado de los historiadores árabes, sabemos que la muralla que delimitaba y protegía la ciudad de Almería tuvo 15 puertas y que la Puerta de Pechina fue la más importante. Esa puerta conducía a la antigua Bayyana que tras ser cristiana se llamó Pechina. Después de la toma de Almería por los Reyes Católicos en 1489 la zona que hoy ocupa la Puerta Purchena, poco a poco se fue convirtiendo en una confluencia de caminos procedentes de Granada, Murcia y Pechina. Cuenta Chueca Goitia que en las inmediaciones de la puerta siempre se reunía la muchedumbre para contemplar a los encantadores de serpientes, a los que contaban cuentos y a los músicos. Allí se establecieron los primeros tenderetes donde los artesanos y huertanos vendían sus mercancías.
Junto a la Puerta de Pechina o Purchena se plantó una gran alameda donde primero los moros y después los cristianos iban a pasear. Escribe Tapia Garrido “la que se durmió mora puerta de Pechina despertó aquel día cristiano puerta de Purchena por la magia de un error”. La explicación está en que en 1489 la comitiva real que venía a tomar posesión de Almería lo hizo por Purchena, donde estuvieron algunos días y por su cuenta los escribanos reales extendieron la jurisdicción del alcaide de Purchena hasta la misma puerta de la muralla de Almería. A partir de ese momento los escribanos empezaron a llamarle Puerta de Purchena y después de más de 5 siglos no vamos ahora a deshacer el entuerto. A lo largo de los siglos la plaza que se formó junto a esta puerta recibió varios nombres. En 1891 el Ayuntamiento le cambió el nombre por el de Plaza de Bilbao; se dice que en agradecimiento por la ayuda fraternal recibida de Bilbao con motivo de la gran riada de ese año; aunque hay otras versiones. En 1931 el Ayuntamiento le cambió nuevamente el nombre, llamándola Plaza de Ramón y Cajal. Después de la Guerra Civil volvió a llamarse Puerta Purchena, nombre que desde finales del siglo XV el pueblo llano la llamó siempre. En 1869 los revolucionarios de la Gloriosa se trajeron el pingurucho de los Coloraos que estaba en la Calle Cenotafio y lo colocaron en el entronque del Paseo con la Puerta Purchena, pero su estancia en esta ubicación fue muy breve, porque a finales de aquel siglo se trasladó a la Plaza Vieja.
La puerta Purchena, como plaza, empezó a formarse en el siglo XIX. Ramón Algarra ex alcalde constitucionalista en 1829 construyó la primera casa, y a lo largo de ese siglo y principio del XX adquirió la forma que actualmente tiene. Los arquitectos López Rull y Cuartara Cassinello compitieron en belleza y grandiosidad en las fachadas de los edificios que han llegado hasta nuestros días: las dos casas adosadas con fachada a la Puerta Purchena y laterales a Regocijos y Pablo Iglesias de Rull y por otro lado la casa de las Mariposas y la de Vulcano (ésta última mutilada) de Cuartara Cassinello.
Sobre el suelo de la plaza hemos tenido un urinario público subterráneo, una gran fuente y la legendaria Fuente del Cañillo. En 2005 se colocó en pleno suelo una estatua de bronce de Nicolás Salmerón, obra de Lourdes Umérez. En la segunda mitad del siglo XX nació la moda de colocar las estatuas como para que pasasen desapercibidas. La primera que yo conocí fue la de Rosa Chacel, sentada en un banco de la Plaza de
Poniente de Valladolid. Me di cuenta de que era una estatua después de pasar muchas veces junto a ella. Después las he visto en Francia, Holanda y algún país más. Pienso, es solo una opinión mía, que si se quiere resaltar a un personaje por sus obras, por sus descubrimientos científicos etc. su figura también hay que resaltarla colocándola sobre un pedestal, que a su vez también puede ser una obra de arte. Por eso apunto aquí, que aprovechando que se ha quitado la estatua del ciudadano Salmerón para realizar las obras, sería una buena ocasión para elevarlo un par de metros del suelo y colocarlo sobre un pedestal de mármol blanco de Macael. La estatua resaltaría: por su elevación y por el contraste del broce con el mármol.
La Puerta Purchena y el Cañillo son inseparables. Larga vida a ambas.
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