La tribuna
José María Martínez de Haro
¡¡No pasarán!!
La tribuna
La Historia está llena de anécdotas, de pequeñas historias curiosas y generalmente desconocidas, pero que su conocimiento será muy importante, porque una vez sabidas nunca las olvidaremos y nos ayudarán a enmarcar otros hechos importantes a la vez que haremos la Historia más amena.
Felipe V cuando llegó a España en 1701 era nuevo en la plaza, ni siquiera hablaba español. Sus enormes dominios se extendían no solo por la península sino por América, Filipinas y por el Mediterráneo. Su reinado no estaba consolidado y el archiduque Carlos incordiaba todo lo que podía en la península italiana, concretamente en el milanesado. Nuestro joven monarca, que solo tenía 18 años por aquel entonces, era valiente e impetuoso, como correspondía a su edad. Cuentan de él los cronistas de la época, que estando en el cerco de Barcelona, viendo a los ingenieros cómo hacían los preparativos para la batalla que se avecinaba, quiso reconocer por sí mismo los trabajos que realizaban sus tropas en medio del fuego de cañones, mortero y fusiles del enemigo. Los cabos intentaron disuadirle para que evitase el peligro que corría y él les contestó: "donde suben los soldados a hacer el servicio, bien puede subir también el rey" a lo que los cabos le replicaron: "pero soldados hay muchos y rey no hay más que uno".
Su viaje realmente estaba programado para ir a Milán, para ponerse al frente del ejército de Lombardía, para luchar contra su primo el príncipe Eugenio que mandaba el ejército imperial; pero antes de ir a Milán quiso hacer acto de presencia en Nápoles, donde el ambiente estaba un poco revuelto; así que después de haber dejado en Aragón a la joven reina María Luisa de Saboya, siguió hasta Barcelona y el 2 de abril de 1702 se hizo a la mar con 20 galeras y 8 navíos, estos últimos llegados de Francia, que le había prestado su abuelo Luis XIV. Le acompañaron en su viaje Carlos de Borja, primer vicario general de todos los ejércitos del rey, su confesor, el conde de Marsin, el embajador de Francia, el duque de Medinasidonia, nombrado Gran Justicia del reino de Nápoles, el duque de Osuna y algunos más, todos ellos naturalmente con sus mayordomos y pajes. Su séquito estaba compuesto por 112 personas sin contar a los sirvientes. Después de 14 días de navegación llegaron al puerto de Bayas (Nápoles). En Nápoles fue recibido por el virrey Villena y el arzobispo de la ciudad y el pueblo lo aclamó incesantemente gritando "Viva Felipe V".
A los pocos días de estar en Nápoles, Felipe V fue a visitar la capilla de la catedral, llamada el Tesoro, donde se conserva y se venera la ampolla que contiene la sangre de san Genaro. El arzobispo y cabildo quisieron mostrar al rey el milagro de licuarse la sangre al acercársele el relicario que contiene la cabeza del santo; pero aquel día no se licuó la sangre y Felipe V salió del templo desconsolado. Aquello lo tomaron los napolitanos como un mal presagio y "una señal visible de que no le había de asistir la protección del cielo". Poco después de que el monarca abandonase la catedral se produjo el milagro y rápidamente salieron a toda velocidad a informar al rey de lo ocurrido y a rogarle que volviera. Por fin Felipe V presenció el milagro y su emoción fue inmensa.
Durante su estancia en Nápoles el rey hizo todo lo posible para captarse a aquellas gentes: rebajó los impuestos, perdonó deudas atrasadas, concedió a muchos nobles napolitanos la grandeza de España. En lo referente a la iglesia halagó al clero y consiguió una bula del Papa Clemente XI para declarar a san Genaro patrón de España. Algunos historiadores dicen que el patronazgo de san Genaro fue solo para Nápoles, pero otros como Lafuente afirman que afectaba a España. Yo me inclino también por lo segundo y lo justifico porque cuando llegó la noticia a oídos del arzobispo de Santiago de Compostela, montó en cólera y movió Roma con Santiago, posiblemente de ahí viene la célebre frase, para que el rey desistiera de este nombramiento de san Genaro como patrón de España. Esto hubiera supuesto la desviación de parte de los peregrinos que llegaban a Santiago procedentes de España y de toda Europa con la consiguiente repercusión económica.
Así que cuando oigamos decir a alguien que San Genaro fue patrón de España, ni es un ignorante ni está loco, simplemente conoce la Historia
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