José Manuel López García

Hamann

La tribuna

Es uno de los filósofos que impulsó el Romanticismo alemán. Su actitud revelacionista manifestaba que la historia era el resultado de la revelación divina

Hamann
Hamann

16 de agosto 2021 - 01:46

Johann Georg Hamann fue un filólogo y filósofo alemán que está encuadrado en el protestantismo pietista y que fue amigo y adversario intelectual de Kant. Ambos nacieron en Königsberg en Prusia. Hamann nació en 1730 y dejó este mundo en 1788 a la edad de 57 años. Fue un erudito y lector voraz. Hablaba 5 lenguas y disponía de un conocimiento profundo de otras tres. Se interesaba por todo. Incluso investigó los jeroglíficos egipcios.

Desarrolló una labor intelectual brillante y original y destaca también por su capacidad polémica y discursiva. Respecto a sus libros cabe citar su Memorabilia socráticas de 1759, Cruzadas del filólogo de 1762 y Metacrítica del purismo de la razón pura de 1784, etcétera.

Su estilo de escritura es abstruso y aforístico hasta cierto punto. Las cuestiones teológicas y religiosas le interesaron especialmente y esto se refleja también en las cuestiones que trata y en su forma de escribir.

De hecho, para Hamann la razón no es lo absoluto, ya que considera que es una parte de la total personalidad de cada individuo. De todas formas, estoy convencido de que es lo principal junto con el juicio y la capacidad argumentativa.

Calificaba a Kant de simple abstraccionista y esto, en realidad, no supone que el autor de las críticas no razonase excelentemente. Ciertamente, la filosofía kantiana no es un existencialismo o un pensamiento romántico, ya que es un criticismo o idealismo trascendental. La revolución gnoseológica creada por Kant no tiene precedentes y esto es preciso destacarlo.

Incuestionablemente, Hamann escribe desde planteamientos teológicos y existenciales que le acercan a Kierkegaard y, en menor medida, al irracionalismo de Schopenhauer y de Nietzsche. Puesto que es una forma de irracionalismo peculiar la que afirma.

Hamann no aceptaba a Ilustración y la criticó desde el pietismo. De todas maneras, influyó en el pensar de filósofos de la talla de Goethe, Jacobi, Hegel y Schelling.

Desde la perspectiva de Hamann lo realmente decisivo es la voluntad, el sentimiento y sobre todo la acción. Son palabras que suenan como muy actuales, ya que empoderan al individuo concreto frente al azar de la existencia y potencian la libertad de los seres humanos, en la realización de su propósito vital a lo largo de los años.

Es uno de los filósofos que impulsó el Romanticismo alemán. Su actitud revelacionista manifestaba que la historia era el resultado de la revelación divina. Esto era una clara muestra de espiritualismo idealista que no responde a la realidad de los hechos empíricos. En cuanto al origen del lenguaje también consideraba que era definible un origen revelado o divino del habla y la escritura en los seres humanos. Con la perspectiva de lo que se investigó en los siglos XIX, XX y XXI es evidente que los misterios sobre el surgimiento del lenguaje ya no son tales. Aunque es cierto que todavía queda mucho por investigar, pero los rasgos fundamentales ya se conocen.

De todos modos, acertó plenamente al decir que el lenguaje es una capacidad simbólica adelantándose a otros pensadores posteriores. También afirmó que la pintura y el canto eran anteriores en el tiempo al habla y la escritura, algo que es posible, sobre todo si se piensa en el lenguaje escrito.

Como indica el eminente profesor José Luis Villacañas Berlanga en el epílogo del libro de Hamann: Memorables reflexiones socráticas y otros textos «Hamann jamás contempló la posibilidad de que los amigos también quisieran alterar el curso de sus propias ideas».

Hamann se veía como un nuevo Sócrates que aguijoneaba a otros pensadores de su tiempo con sus comentarios críticos. Pero lo hacía de tal manera que seguía conservando la amistad de los mismos. Su habilidad expresiva era excelente y eso también le facilitó su tarea crítica y también causó polémicas que pudieron ser de utilidad para la filosofía y teología de su tiempo.

Escribe Hamann que «Platón hace de la pobreza de Sócrates un signo de su misión divina». Es entendible, ya que este planteamiento concuerda perfectamente con el intelectualismo moral y con el idealismo. Además, es la expresión de un sentido similar al propio del cristianismo que surgió cuatro siglos después. El ascetismo de los pitagóricos es otra forma de buscar la coherencia interna y la unión con lo divino y con la armonía celestial del Universo o con la divina música de las esferas.

Hegel apreciaba mucho el pensamiento de Hamann y lo analizó y difundió todo lo que pudo. La espontaneidad y los brillantes hallazgos conceptuales de Hamann le dan una fuerza y un vigor inmenso a sus libros. Se pueden leer para conocer los entresijos intelectuales del siglo XVIII que está en la base de lo que se conoce como la Modernidad.

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