La tribuna
Estado imperfecto
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Queridas víctimas; Como respuesta a una persecución a mi familia orquestada por las huestes del mal, os envio esta carta anunciando una decisión que no he tomado pero podría tomar si tomarla significara continuar en el podio y la alabanza de la gleba que trisca yerba a mi alrededor.He decido reflexionar hasta el lunes y en este plazo no asumir responsabilidades de gobierno que tanto me estorban en mis objetivos primordiales y los de mi amorosa esposa. Es sabido que este país puede perfectamente continuar cinco días sesteando sin necesidad de ningún presidente del gobierno y menos aún en manos de un vicepresidente que según están las cosas, vaya usted a saber que disparates podría hacer. En fin, que el lunes les diré algo y añadiré que en el imaginario de Maria Jesús Montero como Presidenta o Jose Luis Rodríguez Zapatero como Presidente, me envainaré la carta y por el bien de todos me quedaré.
Esta epístola ha causado impacto en la opinión pública española y la atención de todos los medios de comunicación del planeta. Los naturales del país ya saben que con Pedro puede pasar cualquier cosa y la contraria. Según titulan las más influyentes cabeceras del mundo se trata de una artificiosa y lacrimeante apelación a los sentimientos que soslaya el fondo del asunto sobre el que no ha dado explicación alguna en sede parlamentaria; las supuestas actuaciones reprobables de sus esposa ahora en una causa judicial abierta por supuesto tráfico de influencias. La ciudadanía queda expectante hasta el lunes dividida entre quienes le aclaman como líder supremo y le piden que continue nutriendo el abrevadero. Para la otra mitad de la sociedad la carta esta viciada de origen; Pedro ha cimentado en las mentiras todas sus grandes decisiones. La primera condición de un administrador de fincas urbanas es que su palabra sea creíble por los administrados. Resulta que a esta fecha Pedro no es creíble, sus palabras no tienen ningún valor para los ciudadanos, excepto para la nutrida tropa que viene obligada a creerle o cantar a coro El Emigrante con la bonita letra de Juanito Valderrama. Sin embargo, cosas de la condición humana, las sartas de mentiras no lograron inmutar el rostro pétreo de uno de los mejores profesionales de la trola, un trilero se comporta como un trilero sin que le suba la tensión arterial. Y con esta disposición que da la naturaleza a ciertos mamíferos evolucionados ha ido construyendo su leyenda, hasta el jueves por la tarde que decidió escribir esta carta.
No tengo información para adentrarme en los asuntos que afectan a la esposa del presidente y que han motivado esta insólita carta. Según lo publicado, la denuncia ante el juzgado carece de fundamentos jurídicos sólidos y se limita a adjuntar unos recortes de prensa donde se señalan indicios de unos supuestos tráficos de influencia utilizando su doble condición de captadora de fondos a la par que esposa del presidente del gobierno. En una democracia corresponde a los jueces investigar y calificar admitiendo la causa pudiéndola archivar por falta de indicios si fuera el caso en el momento procesal oportuno. Eso es lo habitual en un Estado de derecho. Por ello no se entienden los exabruptos y los descalificativos contra medios informativos por publicar información sobre personas de interés público, la esposa del presidente lo es. También contra jueces que en uso de su legitima capacidad de administrar Justicia, instruyen causas a veces molestas a riesgo de su tranquilidad y asumiendo los habituales ataques personales y profesionales de aquellos que utilizan las ideologías como arma arrojadiza cuando no coincide con su prejuicios sectarios.
Creo que nadie está capacitado para responder a la pregunta recurrente, ¿que decidirá Pedro? Este no podría responder ahora con veracidad, será hasta el último minuto a la espera del clamor, del grito de millones que no tienen otro porvenir que el que les ha procurado Pedro. Cuando decida y lo que decida será porque tenga todas las fichas alienadas a su favor y si ahora dijera la verdad, seria sin duda otra mentira. En todo caso y según la colección de caudillos de países de cocoteros y bananas que actuaron en similares apelaciones a los sentimientos gástrico intestinales, la carta emana un tufo a caudillismo de novela sudamericana.
Algunos lo califican de auto golpe, yo no creo que llegue a tanto la artificiosa personalidad del líder. Pero sea cual sea el propósito de la carta, lo cierto es que se aleja de los modos de conducta de los presidentes de las democracias europeas. Se conocen casos muy próximos de dimisiones de gran calado político, en Portugal en fecha reciente el Presidente Antonio Costa dimitió irrevocablemente en un solo acto de sus funciones y representatividad tras verse señalado por los medios de información en un caso de corrupción en proyectos energéticos. No tuvo ninguna duda, ni se refugió en la pena, ni apeló a los sentimientos de los portugueses, simplemente dimitió y se fue a su casa. En España, otro líder de mucha más dimensión histórica y capacidad política que Antonio Costa y que Pedro Sánchez, dimitió en la cumbre de su popularidad y aprecio. Por razones profesionales conocí muy de cerca las circunstancias y los detalles que llevaron a la dimisión a Adolfo Suarez. Uno de los padres y artífice de la reconciliación entre los españoles, del consenso y la convivencia cuya firma acompaña a los actos y documentos fundacionales de la democracia, decidió dimitir como presiente del gobierno. No hubo ninguna alusión de la prensa o la oposición sobre su persona o su familia de indicios de tráfico de influencia, menos aún de corrupción, habría de ser la traición de algunos que le llevaron a una tristeza y desengaño que culminó el 29 de enero de 1.981 en una comparecencia televisada donde renuncio a la presidencia del gobierno de España sin condicionantes ni artificios guiado por su amor a España y en favor de la continuidad de la democracia. Los grupos políticos, los medios de información y los ciudadanos entendieron la grandeza del gesto de un patriota, un buen español y un político con sentido de Estado que dimitió por el bien de España.
En 1.945 tuvo lugar la Conferencia de Yalta en el Palacio Imperial de Livadia, a orillas del Mar Negro. El muy astuto primer británico Winston Churchill comenzó a fumar su segundo puro y pidió un brandy de Armenia, escucho atentamente las explicaciones de Franklin D. Rooselvet a Iosif Stalin sobre las bondades de la democracia, al concluir su conversación Churchill le dijo a Rooselvet; “querido amigo, la ingenuidad no es el mejor aliado de las democracias”.
El dilema; refugiarse en la ingenuidad y la solución más oportunista o aportar todas las capacidades de la mente para tratar de dilucidar lo que pudiera ocurrir a partir del lunes 29 de abril. Algo muy evidente, Pedro no plantea su dimisión por amor a España, la convivencia y el fortalecimiento de la democracia y del Estado. Ocurra lo que ocurra será una fecha señalada en la historia de la democracia española.
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