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Tener amigos mojaqueros es una delicia. Yo tengo muchos. Pero tener amigos mojaqueros que escriban libros, es otra cosa. Y así me ocurre a mí. Y esto es porque mi amigo ha escrito un libro que entiendo yo traerá cola. Por su atrevimiento, por la osadía de tratar de buscar luz y ciencia donde había confusión sobre un icono de esta provincia como es el Indalo . El autor, Clemente Flores, es singularmente activo en abrir debates culturales, históricos, costumbristas, etc. Tal vez sin el pretenderlo sus temas escritos son objeto de encendidas discusiones por quienes de un modo u otro se sienten aludidos. Ellos sabrán por qué. Mi amigo nos trae ahora un libro que atrae la atención de algo por todos conocido, pero cuya verdadera historia estaba cubierta de sombras y leyendas. Por eso encaja bien el titulo, Vida y Milagros del Dios indalo. Y es que este trabajo descubre por vez primera cual ha sido la andadura de este pequeño duendecillo que pregona por el mundo la existencia de Almería. El libro es un trabajo muy concienzudo hasta llegar a esclarecer la vida de este símbolo . Y lo primero que puedo resaltar es la extensa documentación y detalle de las fuentes donde el autor ha investigado esta historia. Porque finalmente es una breve historia que entrelaza la arqueología y la historia, alejada de la fantasía e incluso falsedades que acompañan al Indalo desde sus primeras andanzas por estas tierras. Todo esto lo señala el autor con detalle, sin omitir nombres ni lugares, fechas y circunstancias. El libro no intenta desmentir o desprestigiar a nadie, simplemente relata las cosas tal como fueron con algunas apreciaciones personales del propio autor y habremos de señalar que por razones de edad y circunstancias fue testigo de aquellos años donde comenzó la popularidad del Indalo en su propio pueblo y ha sido un atento observador de este fenómeno de apropiación de unos y otros ; bien por ignorancia, bien por desidia o improvisación o por aquella laxitud entre la broma y el esperpento de tantos artistas almerienses.
El libro ofrece una versión seria y por ello de algún modo desmitificadora a la vez de un dios menor que ha acaparado nuestra propia identidad; en realidad todos somos hijos del indalo por el hecho de ser almerienses. Las anécdotas y hechos que asientan esta historia se extiende también a la provincia de Murcia, concretamente a Totana y menciona a personajes de enorme relieve profesional y cultural de aquellos años que arrancan en el siglo XIX en Vélez Blanco hasta llegar a Almería y a Mojácar en la mitad del siglo XX.
La historia comienza por aquellos años del silo XIX cuando un curioso investigador de los aborígenes andaluces y eminente profesor visitó la Cueva de Los Letreros en Vélez Blanco. Pero para que Indalo llegara a ser conocido, habremos de seguir con otros arqueólogos y cientificos donde destaca la figura eminente de Luis Siret, a quien tanto debe la Comarca del Levante. Posteriormente un veratense, Juan cuadrado, que conoció a Siret, enlaza la historia desde Totana , Murcia, con algunas anécdotas propias de la picaresca y los trapicheos de alfareros y falsificadores locales e historietas inventadas etc. Hasta llegar a Almería capital donde intervienen un grupo de pintores cuyo mayor exponente fue Jesús de Perceval. Allí, en aquellos años sesenta del pasado siglo concurre el ingenio y el humor tan nuestro y en una ceremonia insólita se le bautiza al dios Indalo para siempre. Los pintores agrupados ante este dios comenzaron a llamarse los Indalianos y así han pasado a la posteridad.
Luego llegaremos a Mojacar, destino definitivo de Indalo para su lanzamiento a escala planetaria. Pero aquí me detengo sobre el Indalo para adentrarme en el libro y apuntar algo muy interesante para los almerienses en general y los de esta Comarca en particular. El autor aprovecha la historia del indalo para narrar algunas intrahistorias de la Comarca del Levante y de su pueblo natal. Y así detalla nuestra prehistoria como lugar de asentamiento del hombre. Sus condiciones naturales con descripciones y dibujos del propio autor que muestran amplios conocimientos de antropología y de arqueología y por supuesto de historia lo que hace el libro más atractivo; un relato interesante y amplio sobre el comienzo de los tiempos, nuestros orígenes y del algún modo nuestros vicios y virtudes que se plasman en personajes públicos que describen en sus luces y sus sombras.
Particularmente atractivos los capítulos que dedica a introducir al lector en el escenario del Indalo, aquella tierra , aquellos parajes reconocibles después de miles de años. Y la naturaleza humana tan singular y poco distinta. Sin estas cualidades de los personajes puede que el Indalo durmiera hasta hoy como algo desconocido, perdido en la desmemoria, por ello hay en el relato detalles de ciertas personas que intervinieron cuyas actitudes no siempre se corresponden con la verdad y menos con el altruismo.
Y así llega el autor al capítulo donde describe la Comarca del Levante a mediados del pasado siglo, su economía, sus perspectivas así como la estructura social del entorno. Y singularmente de su pueblo, Mojacar. Y se recrea en los antecedentes antes que llegar a este fenómeno que se llama turismo. Nos describe como un alcalde logra revertir la despoblación, la pobreza y la ausencia de futuro. Como con ayuda de alguien muy afamado en aquellos años, un bohemio aventurero que llegó a Mojacar, Rafael Lafuente o Mister Jarapa para los mojaqueros, aquel memorable Jacinto Alarcón entendió como podría atraer a Mojacar a los primeros pioneros que luego fueron aumentando y aumentando hasta llegar a revertir la situación calamitosa de su pueblo. El concepto del turismo y sus beneficios habían quedado asentados para siempre en esta tierra Y enlaza, él sabrá por qué, y así lo afirma , el acontecimiento de la inauguración del Parador de Turismo de Mojácar en una trama de alta política del anterior Régimen para distraer la atención del accidente nuclear de las bombas de Palomares. Y vuelvo aquí al Indalo porque ocurre en esta inauguración del Parador algo relevante; ni más ni menos que el lanzamiento definitivo del Indalo como icono y símbolo de Mojacar y de Almería. A modo de resumen, el Indalo que durmió durante miles de años en el anonimato y llevó una vida azarosa en el siglo XX, su figura fue siendo moldeada primero por científicos y después por oportunistas sin ciencia, falsificadores, bohemios, charlatanes, fabuladores locales expertos en espíritus, brujerías y ánimas en pena, políticos, artistas, oportunistas y vendedores que han ido conformando una leyenda a la medida de cada uno. Lo que faltaba es una historia verídica. A esto se ha atrevido el autor.
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