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José María Martínez de Haro
Feliz Navidad
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Rudolf Carnap es uno de los grandes filósofos del siglo XX. En su Autobiografía intelectual explica el desarrollo de su vida intelectual. Nació en Alemania en 1891 y falleció en California en 1970. Es una lectura muy recomendable para saber muchas cuestiones relativas a su propio itinerario como filósofo y lógico.
También aparecen en este libro sus planteamientos y análisis en relación con otros pensadores y físicos como Einstein, por ejemplo. Fue uno de los creadores de la filosofía analítica junto con Russell y otros. Estructuró el positivismo lógico y negó la validez de las proposiciones metafísicas desde la perspectiva de la ciencia.
Si bien, a mi juicio, la ciencia no agota los contenidos de conocimiento y no alcanza el saber absoluto de todo. Por tanto, la metafísica es plenamente válida para entender la realidad tanto material como humana.
Quería que la filosofía se aproximara más a la ciencia. De hecho, Carnap es un filósofo y lógico de la ciencia. Fue el líder indiscutible del Círculo de Viena. Reconoce en su Autobiografía que el análisis y la clarificación de conceptos e ideas mediante la discusión y el diálogo es lo más apropiado para avanzar en el conocimiento.
Es cierto, por otra parte, que en las décadas de los años veinte y treinta con el surgimiento de la mecánica cuántica apareció un nuevo reto para la filosofía. El principio de incertidumbre de Heisenberg y la paradoja del gato de Schrödinger causaron un gran revuelo y desconcierto en la física de esos años y también en el campo filosófico.
Ya que la dualidad onda partícula y la superposición de estados desafiaban las tesis de la física clásica, tal como era puesto de relieve por físicos de la talla de Einstein. Ante esta situación caótica Carnap y el Círculo de Viena querían hacer más rigurosos los métodos de análisis de la realidad de la ciencia de su tiempo.
Y la solución para ellos era la combinación de la lógica matemática de Russell y Frege con el empirismo. Ya que los sistemas de la filosofía tradicional no ofrecían una precisión lógica tan eficiente como la lógica formal y la actitud empírica.
Carnap en el prólogo a su libro Sintaxis lógica de la ciencia de 1934, como también dice Manuel Garrido, insiste en el gran valor de la lógica del lenguaje para la ciencia.
Entre los discípulos de Carnap está el filósofo norteamericano Quine que aunque está de acuerdo con buena parte de sus planteamientos critica su optimismo cognitivo.
En lo relativo a su formación Rudolf Carnap se muestra ávido de conocimientos y exigente con los profesores universitarios y sus clases. Escribe en su Autobiografía intelectual que «Cuando un curso no me gustaba, lo abandonaba y estudiaba la materia leyendo libros que versasen sobre ella». Estaba especialmente interesado por la filosofía de la ciencia y la teoría del conocimiento como él mismo reconoce. Consideraba que la matemática era la reina de las ciencias o, al menos, eso se puede interpretar de su amor desmedido a este saber. Al respecto escribe: «Disfruté enormemente en el estudio de las matemáticas». Es cierto que en filosofía existen numerosísimas disputas conceptuales, algo que no suele suceder en ciencias exactas.
En la última parte de su Autobiografía Carnap expresa su esperanza de que no se llegue a producir una guerra atómica que destruya la humanidad tal como la conocemos y propone el uso de la racionalidad y de la organización como palancas del bienestar individual y social. Habla de la planificación racional ya que, según su pensamiento, es lo que realmente resolverá los grandes problemas del mundo. Y escribe también que «Enriquecer la vida exige que a cada individuo se le dé la posibilidad de desarrollar sus capacidades potenciales y la oportunidad de participar en las actividades y experiencias culturales».
Se consideraba ateo, pero eso no le impedía, todo lo contrario, repensar los problemas de la realidad social de su tiempo y en sus ideas se muestra a la altura del siglo XXI, ya que habla de «encontrar vías de organización de la sociedad que concilien la vida personal y cultural del individuo con el desarrollo de una organización eficiente del Estado y de la economía». Creo que vería con buenos ojos la renta básica para garantizar una vida digna a todos los ciudadanos. Sus clases universitarias las llevaba escritas. Una muestra más de su minuciosidad, rigor y orden.
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