Se está hablando de niños

Junts es un partido dirigido por un fugado de la Justicia que protagonizó el mayor ataque a la Constitución desde que en 1981 los guardias civiles de Tejero entraron en el Congreso pegando tiros. Además, está lejos de tener responsabilidades de gobierno ni en el conjunto de España ni en Cataluña. Es, por otra parte, una formación que asume los postulados más radicales de la derecha europea y que en Cataluña compite con un partido ultra y xenófobo. Aun así, los siete escaños que tiene en el Congreso, claves para que Pedro Sánchez aguante en la Presidencia del Gobierno, le confieren un poder que no duda en ejercer cada vez que tiene oportunidad. Lo acaba de hacer al definir la política migratoria que se aplica en toda España mediante el establecimiento de cuotas autonómicas para la acogida de los menores que llegan al territorio nacional sin estar acompañados por ningún mayor. Junts hace gala de sectarismo y radicalidad determinando que Cataluña reciba sólo a 27 de los más de cuatro mil que hay que distribuir, mientras Andalucía tendrá que acoger a 795 y Madrid a 806. Una vez más, el Gobierno se pliega ante las exigencias de su socio separatista y no duda en forzar los límites del sistema democrático para darle satisfacción. Lo ha hecho ya tantas veces que ha dejado de llamar la atención, por más que se traspasen líneas rojas que parecía imposible cruzar. Pero en el caso del reparto de menores inmigrantes tampoco el PP está a la altura de las circunstancias. Por un lado, el pacto que acaban de firmar con Vox en la Comunidad Valenciana supone asumir los postulados más radicales sobre esta cuestión y la negativa a admitir cualquier menor. Por otro, la politización de esta cuestión y la utilización en sus declaraciones públicas de la etiqueta mena, en un intento vergonzoso por disfrazar que se está hablando de niños, revela una inquietante falta de humanidad. Ni en el caso del Gobierno ni en el del principal partido de la oposición la gestión de este asunto es para sentirse orgulloso.