
En tránsito
Eduardo Jordá
Un viejo país ineficiente
La Cuarta Pared
Tras meses y meses de arduo trabajo y rutina que nos machaca hasta los pensamientos creativos, las vacaciones de verano se vislumbran siempre en el horizonte como una oportunidad para desconectar y volver a conectar. Los hoteles de White Lotus, la aclamada serie de HBO que retrata la tensión latente bajo la apariencia de unas vacaciones idílicas, se muestran al mundo bajo una cortina de lujo, evasión y descanso absoluto. En teoría, el ser humano no debería necesitar más que un entorno paradisíaco, un servicio impecable y la ausencia de responsabilidades para alcanzar la calma. Sin embargo, la serie demuestra que ni el mejor diseño puede garantizar la paz y que el conflicto emerge incluso en los espacios diseñados para la desconexión.
Esta paradoja nos lleva a preguntarnos sobre la relación entre arquitectura y descanso. Los hoteles, desde los grandes resorts hasta los pequeños alojamientos de autor, intentan construir escenarios de confort absoluto. El diseño de estos espacios se articulan siempre ante premisas para hacer sentir bien a los visitantes: unas vistas perfectas, iluminación cuidadosamente calculada, materiales que evocan serenidad, recorridos que evitan cualquier tipo de estrés… Pero, ¿es suficiente? En White Lotus, la arquitectura no consigue contener los conflictos personales, sino que, en algunos casos, incluso los amplifica. Este fenómeno no es exclusivo del ámbito hotelero. Cualquier tipo de arquitectura aspira, en última instancia, a proporcionar refugio. Desde las primeras cuevas habitadas hasta las viviendas contemporáneas, el objetivo fundamental de la arquitectura ha sido siempre el cobijo: proteger del clima, de los peligros externos y, en cierto modo, de la incertidumbre. Sin embargo, la historia demuestra que el refugio físico no garantiza la tranquilidad emocional. Las casas se convierten en campos de batalla familiares, los templos en espacios de confrontación ideológica y las ciudades en escenarios de lucha social.
La arquitectura del descanso es, por tanto, una promesa frágil. Podemos diseñar el spa perfecto, la mejor habitación insonorizada, una villa con vistas al mar, pero el descanso no es solo un asunto de paredes y techos. Es una cuestión de tiempo, de relaciones y de equilibrio interior. White Lotus nos recuerda que, por más que la arquitectura intente diseñar la paz, los conflictos humanos siempre encuentran la forma de colarse por debajo de la puerta.
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