Antonio Lao
El silencio de los pueblos
En estos días de abril, cuando la primavera aprieta con fuerza, las tardes se dilatan y con ella las conversaciones, ya se atisba el horizonte del verano. En esta bonita primavera, la administración (la autonómica, la nacional) sigue a lo suyo. Sigue la absoluta desorientación en cuanto a metodología, la descoordinación de servicios, continúan los egos perennes machacando iniciativas interesantes, se valora el amiguismo, «el que le toca» o quien mejor cae, por encima de cualquier otra valoración. Una administración que se retroalimenta, que mira hacia sí misma. Da igual que uno se deje el pellejo intentando hacer las cosas bien, con cierta coherencia, muestre resultados… al final, importa visitar despachos, hacer llamadas y aparentar, siempre aparentar.
La Inspección a lo suyo, pedir papeles. La formación del profesorado, a lo suyo, formando a veces en la última ocurrencia según el criterio del último chupatintas. La orientación a los diagnósticos y poco más. La participación, siendo la hermana pobre. La innovación bebiendo de todo, imponiendo a todos y sin conocer siquiera lo que se hace, que es mucho. Cada uno pegando tiros por su cuenta. A veces disparándose entre sí sin siquiera saberlo, o sabiéndolo…
Así las cosas, esta semana, este mes, esta primavera, los centros lo volvimos a hacer. Por poner solo algunos ejemplos concretos: volvimos a juntar más de cien personas en torno a un centro, haciendo actividades de aula; volvimos a hacer más de 90 talleres realizados por familias, instituciones, asociaciones; volvimos a construir miles de propuestas pedagógicas centradas en la realidad, interesantes, motivadoras… volvimos a generar aprendizajes que quedarán para siempre en la mente y en los corazones de nuestro alumnado; volvimos a organizar congresos, jornadas donde el alumnado es el protagonista; volvimos a plantear proyectos interesantes, asambleas donde las decisiones se toman entre todas las personas que habitan la escuela; fuimos capaces de trabajar por comisiones, junto a las familias, junto al alumnado; utilizamos muchas veces las tecnologías para algo más que proyectar el libro de texto (que no nos gusta, que apenas utilizamos); hacemos planes de trabajo, autoevaluación, prevención de conflictos…
Todo esto y mucho más sucedió ayer, anteayer, y sucederá mañana, y pasado mañana. A pesar de los pesares, lo volvimos a hacer, y lo seguiremos haciendo.
También te puede interesar
Lo último