A Vuelapluma
Ignacio Flores
¿me meteré en un jaleo por la Navidad?
Si no es por el gobernador del Banco de España, ni nos enteramos: el problema de la vivienda es que hay pocas, que no se construyen las suficientes. Para ese viaje no hacen falta muchas alforjas. Claro que hay pocas. Pocas, se entiende, viviendas asequibles para los jóvenes que quieren emanciparse, para las parejas que inician su vida en común, para las familias que precisan precios que puedan pagar, tanto en compra como en alquiler. Viviendas sí que se construyen, incluso de más. Pero son caras. Los bancos, rescatados por la ciudadanía con el gobierno Zapatero –aquellos 60000 millones que luego Rajoy sacó de la hucha de las pensiones–, tampoco ponen alcanzables las hipotecas. Los fondos buitres se han aprovechado de la situación. El asunto no resuelto de los pisos turísticos y de alquiler temporal agrava la situación. Este es un asunto de Estado y al gobierno central, a los regionales y a los ayuntamientos les puede estallar en la cara en cualquier momento. Al sistema liberal le viene bien el tema de la vivienda. Hay mucho dinero en juego, recalificaciones de suelo, promotores y constructores que se quieren hacer ricos de la noche a la mañana. Es el capitalismo, amigo, que dijo Rato. Pero la vivienda es también un derecho contemplado en la Constitución. Es preciso un programa de vivienda social, para venta y alquiler, a corto plazo. No se trata de construir viviendas de mala calidad, como sería de esperar si se deja ese derecho en manos privadas. Viviendas dignas, se dice. No de lujo: dignas. Dignas y asequibles para cada caso particular. Es difícil si este asunto de Estado se mantiene en la zona capitalista liberal, donde ganar dinero es lo prioritario y no los derechos de la gente. Se precisan medidas socialdemócratas que corrijan las aberraciones del sistema. Criterios socialistas. Y para eso es preciso que sea el Estado el que construya, el que conceda los créditos y el que distribuya. Esto ya no va de capitalismo, amigo, sino de derechos. Si el sistema no se adapta a las necesidades de la sociedad, modifiquemos el sistema, cambiemos lo que haya que cambiar para que sea el ser humano el que prevalezca sobre el beneficio y el dinero. También es preciso cambiar la idea de vivienda. Debe de haber modelos extranjeros que se puedan estudiar y adaptar. Si no se pone de lleno el Gobierno a esto, otros aprovecharán y harán promesas populistas de extrema derecha.
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