Opinión
Orgullo almeriense
Desgraciadamente acabo de leer una noticia en la prensa sobre la Universidad de Granada, mi Universidad que, parafraseando el estilo del mítico “Juancar”, “me ha llenado de pena y tristeza”.
Tampoco quiero ni acongojar al lector, ni hacerle pensar que ha ocurrido una catástrofe que ha dado al traste con dicha Universidad.
Llegué a la misma en Octubre del 69, con 17 años y ganas de empaparme de todo lo nuevo que me ofrecía esa nueva etapa de mi vida, a una Granada que vivía los ecos del “mayo del 68”, una vez pasados por la Complutense. Comenzamos el curso bajo la influencia de aquellas pintadas parisinas, tales como: “La acción no debe ser una reacción sino una creación”, “Decreto el estado de felicidad permanente”.
Las asambleas eran diarias, los bedeles no daban abasto a arrancar los carteles firmados por las más variopinta mezcolanza de siglas a cuál más de izquierdas y más revolucionaria.
Los tres primeros cursos fueron más animados que un guateque con música de “Los Brincos”. Mayor Zaragoza nos “engalió” y “conseguimos” que cerrara la Facultad de Ciencias y nos pasara la matrícula a libres. Es decir, nada de clases y programas enteros en los exámenes.
Un día de aquellos momentos, como siempre, estaba aparcado el Seat 1500 gris de “los de la político social” y sus ocupantes sospecharon que unos tacos de fotocopias de apuntes de Mecánica que llevábamos eran propaganda subversiva, nos hicieron ponerlos en el capó del coche y empezaron a pasar hojas para comprobarlo. A los dos minutos una ráfaga de viento los voló y como diría Paco Umbral “a la mierda” los apuntes.
Hubo manifestaciones de todo tipo, hubo asambleas de todo tipo, hubo carreras, pero nunca “conseguimos” que “los grises” entraran en la Universidad. Ese “honor”, “orgullo”, “satisfacción”, lo han conseguido estos días los actuales estudiantes de la Universidad de Granada por “los follones” que montaron para que Macarena Olona, que acabó por el aire, según el vídeo que he visto, no pudiera dar una charla en el mítico edificio Central de la Plaza de la Universidad. Me da igual su ideología. Lo que no me da igual es que hayan conseguido que tenga que entrar la policía a proteger a una conferenciante en mi Universidad. Y todo por impedir una charla. ¿Saben estos “personajes” lo que es y cuánto vale la Libertad?
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