El turismo, un gran invento

No hace muchos años el desarrollo turístico de una provincia se medía por los miles de personas que la visitaban. Cuantos más llegaban a nuestras costas y a nuestros monumentos, más felices y dichosos nos sentíamos todos, sin excepción. Pero los tiempos han cambiado una barbaridad. La masificación amenaza con acabar con un gran invento sesentero, fruto del desarrollo de la vieja Europa. Hoy buscamos la excelencia y la llegada de visitantes con capacidad económica y alejar mochileros y gentes de poco gastar. Esos, si no vienen tampoco pasa nada.