Pues yo lo veo así
Esteban Requena Manzano
Tergiversaciones agrevivas
El sexenio pedroriano que llevamos se caracteriza por sus objetivos de transformación social para los ciudadanos españoles. El capítulo de cambios geográficos y de reasignación de la Nación conocida desde 1492 como España, también forma parte de todo este desolador laberinto. Dicho proyecto de modificación se construye sobre dos muros ciclópeos y paralelos. El fin en España de la única igualdad social real, que es la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. A no ser que todos podamos elegir en interés de nuestra seguridad y comodidad por donde y como entrar en los juzgados. Que podamos modificar a la conveniencia de nuestros intereses y ambiciones el código penal, civil, procesal, etc. Es más, si nos da la vena poder resignificar hasta el código de Hammurabi y el derecho romano. Poner en la picota del lawfare a todo juez o fiscal que no siga las indicaciones adecuadas. Al mismo tiempo, la creación de una ley de medios de comunicación. Nada nuevo bajo el sol. Las construcciones ciclópeas son antiquísimas y se caracterizan por el enorme tamaño de sus piedras, que generalmente están unidas sin argamasa. Para la destrucción de la gran construcción social que son las democracias nada como sepultar a la sociedad civil entre los muros de ignorancia, sectarismo, miedo y el hambre. Este sexenio progresista va como un cohete en todos los ámbitos de la sociedad, la política y el poder. La batuta del Minotauro que habita en Moncloa es maravillosa. Su hermano podría escribir una ópera que no desmereciera a Verdi, Puccini o Wagner. No será por falta de libretos o variedad de escenarios: Badajoz, Portugal y Tailandia. Aunque la realidad se ciñe más al son de Cuba, Venezuela, Puebla y Sao Paulo. El progresismo que vivimos tiene un fondo y una forma tan arcaicos, como las ambiciones que impulsaron las primeras tiranías registradas por la historia. Articular la sociedad entre una élite dominante privilegiada y el resto de la población sometida a sus veleidades. Como dijo Gandhi “La corrupción y la hipocresía no deberían ser productos inevitables de la democracia, como sin duda lo son hoy”. La libertad de prensa es vital. Los ciudadanos debemos preocuparnos por su calidad y pervivencia. Una de las películas que lo retrata muy bien es Los papeles del Pentágono (Spielberg, 2017) “La prensa debe servir a los gobernados, no a los gobernantes”.
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