Entre tontos anda el juego

18 de marzo 2025 - 03:08

Desde todos los tiempos ha habido tontos. Personas que, sin padecer ningún tipo de trastorno psíquico descriptible por la ciencia, su actitud no iba bien ni sabían desenvolverse con naturalidad por la vida. Tontos, idiotas, carajotes, lerdos, zoquetes, bobos, capullos, zotes… Ojo, aquí el masculino plural, como podrán imaginar mis queridos lectores no sectarios con el lenguaje artificiosamente inclusivo, incluye a ellos y a ellas, que de eso no se libra ningún sexo. La mayoría de la gente no se enteraba de sus tontunas, unos le compadecían, otros le evitaban y algunos pocos, igual de idiotas, contraponían sus propias memeces a las suyas.

Pero en estos tiempos de conectividad, globalización y universalismo, ser un necio puede convertirse en una estrella; basta con tener el público de tu lado y con que la idea que defiendes sea absolutamente simple. Porque los tontos-tontos no necesitan confirmar, contrastar o desarrollar sus idioteces, de ahí que esto sea una especie de carrera a ver hasta dónde llegan las tragaderas del personal y cuánta notoriedad se consigue.

Como habrán comprobado a los largo de los años, algunos medios de comunicación especialmente las televisiones privadas, trabajan a destajo e incansablemente por deleitar a un tipo de público concreto con cualquier “fiasco” que surja como moda, ya a nivel nacional como foránea.

Lo curioso del tema es que a los cretinos nunca les da por ideas y actividades constructivas, así que sus aportaciones a la evolución del mundo y de la sociedad en particular, se limitan a hacernos perder el tiempo, a desviar la atención de temas más importantes y a enfrentarnos unos a otros. Una cosa, ¿les suena como estrategia de desinformación? Ah.

¿Qué hay que entrar en tetas a un museo, a una iglesia? Se entra. ¿Qué hay que pegarse a un famoso cuadro en otro museo? Te pegas. Toda imagen y gestos, nada de soluciones. Son simplemente, unos minutillos de gloria y después… nada.

El día que a un zoquete le dé por cavar zanjas contra incendios, borrar grafitis y colaborar en su municipio, todo esto remunerado, o contribuir con algo positivo, desengáñese, que entonces no será noticia. Ya va siendo hora de dejar de hacer famosas a personas que no merecen ni un segundo de atención. A no ser que jueguen en la misma liga, en cuyo caso valga este suelto de mi Rambla, para que se sientan, por fin, justamente homenajeados.

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