Toca otra vez en el cielo "Amparito Roca", querido Jesús Valverde

Obituario

Este viernes ha fallecido tras una larga enfermedad Jesús Valverde Restoy en Alhama de Almería

"Aquí deja a una mujer y a dos hijos adolescentes, una extensa y maravillosa familia y a muchísimos amigos"

Jesús Valverde Restoy
Jesús Valverde Restoy

21 de junio 2024 - 17:57

Conocí a Jesús Valverde Restoy una tarde de verano de los años 90 cuando comencé a tocar el saxofón alto con la banda de música de la Asociación Cultural San Nicolás de Bari de Alhama de Almería. Mis primeros brotes de barba asomaban a duras penas entre tanta (incontrolable) energía adolescente y los nervios iban de la mano. Jesús manejaba con precisión quirúrgica por entonces también el saxofón alto. Luego pasaría a un tenor, a la percusión y a lo que se requiriese. Él era un máquina, como dice David Bisbal.

Se sentaba a mi derecha en los ensayos con Don José, nuestro director. Jesús era el saxo alto primero de la banda. Yo, el último en llegar, agarraba con todas mis fuerzas aquel saxofón Yamaha algo deslucido por el paso del tiempo que me había prestado la asociación. Recuerdo perfectamente su primer consejo al sentarme a su lado: "Tú déjate llevar por el ritmo y si no te sabes el pasodoble, paras y ya lo enganchas cuando puedas. Pero sin nervios". Era Amparito Roca.

Comenzó ahí una amistad, forjada en la música, que a lo largo de los años permaneció inalterable. Yo terminé, una década después, marchándome de la banda pero él seguía ahí con la misma ilusión y ahínco. Formando e instruyendo a los nuevos. Arengando a nuevas generaciones de alhameños a disfrutar de la música, de darlo todo interpretando "Nuestro Padre Jesús" acompañando a San Nicolás de Bari y corriendo tras la pitica del Niño Dios sin dejar de tocar "Paquito El Chocolatero".

Después me tocaría firmar con él la hipoteca de mi primera casa. Yo estudié Periodismo y él Económicas y terminó como responsable de la oficina de laCaixa en nuestro pueblo, Alhama de Almería. Los nervios de adolescente se transformaron esta vez, en el de un adulto con nómina y tantas dudas como ilusiones. Muchas rúbricas y gestiones después, y como siempre, con un trato exquisito, cercano, directo, volvió a tranquilizarme. Sin aditivos. De manera sincera y serena. Porque así era Jesús, un tipo natural, un trabajador incansable, un amigo de sus amigos. Un hombre responsable, cariñoso, atento. Necesitaría muchas más líneas para describirle con calificativos positivos. Por eso es más duro todo.

Hoy ya no está con nosotros. Esa maldita enfermedad que nos hace languidecer de forma acelerada ha terminado apagando a un hombre que era uno de los motores del club Ruedancha, unos locos de las bicicletas que se han recorrido España de cabo a rabo. Hoy mi amigo Jesús ya no rodará más con ellos. Su intensa energía para no dejar de pedalear, para no dejar de arengar a los amantes de la música, para no dejar de sonreír e insuflar alegría, se ha terminado transformando para posarse en el imaginario de los que lo apreciamos y ya le echamos de menos. No merecías irte tan pronto, carajo.

Aquí deja a una mujer y a dos hijos adolescentes, una extensa y maravillosa familia y a muchísimos amigos. Pero no te vas, Jesús. Porque no me da la gana. Porque personas como tú merecen estar siempre entre nosotros para recordarnos que las buenas acciones siempre dejan un poso. Y el tuyo es insondable. Por eso, en el cielo o allá donde estés, toca otra vez Amparito Roca. Aquí lo bailaremos como hacíamos antaño en la Discopiscina o en El Emigrante. Hasta pronto, amigo.

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