Las talalgias y la entesitis plantar del sistema educativo

22 de marzo 2024 - 00:00

No sé cuántas personas conocerán perfectamente el significado del título de la columna de hoy. Intuyo que no demasiadas. Si les digo que en realidad esa terminología se refiere a un simple dolor de pies por sobrecarga, creo que ahora se entiende mejor.

Hay pocas cosas en la vida que afecten a toda la población, sin ninguna clase de excepción, y una de ellas es la escuela. En este sitio tiene que estar toda la población española al menos entre los 6 y los 16 años de edad. Lugares donde uno vaya a estar, segurísimo, se me ocurren muy pocos: el hospital, el cementerio, las tiendas de comida…

Hace unos días, mi amigo David de la Rosa publicaba el siguiente mensaje en X (antes «twitter»): «los CFGB con adaptaciones curriculares significativas deben ser una alternativa preferente a los CFGB con programa específico para el alumnado con NEE a valorar por equipos docentes y familias». Tengo que confesar que releí el mensaje unas cinco veces en diferentes momentos del día, y no conseguí entenderlo. Me pregunto entonces que si un docente de Secundaria con más de 20 años de experiencia, unos cuantos años siendo equipo directivo y con mucho trabajado en pedagogía no lo entiende… ¿alguien lo entenderá? Seguramente sí, pero ¿lo entenderán los auténticos destinatarios del mensaje, que son el alumnado y las familias?

En nuestro oficio se suceden las siglas (CFGB, NEE, NEAE y muchas más); los conceptos enrevesados (adaptaciones curriculares significativas, no significativas); otros de supuesto nuevo cuño legislativo como «perfil de salida», «saberes básicos», «descriptores», «situaciones de aprendizaje»; otros muy conocidos como los criterios e instrumentos de evaluación, diferenciados de los de calificación; estándares (como si de una fábrica se tratara)…

El resultado de todo este maremágnum es que no lo entiende nadie y nos hace gastar mucho tiempo, recursos y esfuerzo en entender y aplicar todo esto, dando pie a interpretaciones de lo más retorcidas. ¿No es todo mucho más sencillo? ¿no actúa toda esta verborrea como escudo y estrategia de distanciamiento de las familias y la sociedad, especialmente de las personas más vulnerables? ¿acaso no sirve para que al final unos, otros y los de más allá hagamos y deshagamos a nuestro antojo? Algunos llevamos años defendiendo que sería muy positivo reducir la normativa (y la palabrería) al 5 % de la que existe actualmente. Ahí lo dejo.

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