La mirada zurda
¿Qué es la suerte?
Estos días la gente no habla más que de la lotería. El caso es que es que la reflexión que subyace es sobre la suerte. Y es que es un concepto fundamental en el existencialismo de andar por casa. Además, si hacemos un viaje por la historia veremos que la suerte ha sido un concepto esencial en la reflexión filosófica. En la Grecia clásica, los estoicos ya abordaban la cuestión de la suerte. Para los estoicos, la suerte o la casualidad no tenían el poder de perturbar la serenidad interior, pues la verdadera felicidad dependía de la virtud y de la capacidad de controlar nuestras respuestas ante los eventos que no podemos modificar. Según Séneca, por ejemplo, las cosas que dependen de la suerte no son las que nos afectan realmente, sino aquellas sobre las cuales tenemos control: nuestros pensamientos, nuestras actitudes y nuestras acciones. Para ellos, la suerte es una ilusión que distrae de lo que verdaderamente importa. Por otro lado, los existencialistas, como Jean-Paul Sartre, reflexionaron sobre la suerte desde una perspectiva que pone en primer plano la libertad humana. En su visión, el ser humano es absolutamente libre, pero esa libertad viene acompañada de una angustia existencial. La suerte, en este contexto, podría verse como una situación o evento que limita nuestra libertad y nos coloca en circunstancias que no elegimos. La existencia de la suerte nos recuerda, entonces, que nuestra libertad está condicionada por factores que escapan a nuestro control, pero a pesar de ello, siempre tenemos la capacidad de tomar decisiones y dar sentido a nuestra vida, incluso cuando las circunstancias son adversas.
La suerte también puede ser vista desde una perspectiva más pragmática y social. En nuestra vida cotidiana, a menudo atribuimos el éxito o el fracaso a la suerte. Pero ¿hasta qué punto es la suerte un factor realmente determinante? En muchas ocasiones, la suerte es solo un nombre que damos a aquellos factores que no comprendemos del todo. El filósofo alemán Friedrich Nietzsche, por ejemplo, enfatizó que el “hombre afortunado” es aquel que sabe aprovechar las oportunidades y que, más que depender de la suerte, sabe forjar su destino a través de su voluntad de poder. Yo me inclino por esta última querido lector. La voluntad es la clave para construir el destino. Hay que verla como una oportunidad para tomar decisiones y crear una existencia digna.
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