Antonio Guerrero Filósofo

11 de noviembre 2024 - 03:07

Los todas las posibles formas de gobierno de las que tanto se hablan y sobre las que caben constantes comparaciones, a mi cada día me surge más esta como la menos mala. Platón fue precisamente el creador de este sistema ideal que si llegó a implantarse. Para aclararnos, la Sofocracia es el sistema político de la República de Platón. Y viene a decir que se da cuando una comunidad es gobernada por los sabios. Podríamos decir por una oligarquía de expertos en áreas (economistas, sanitarios docentes, etc.). Como decimos esto no solo fue una utopía. Hay un caso constatado donde fue un hecho real. A pesar de que pensadores como Tomas Moro, Maquiavelo, Bacon, etc., tuvieron influencias que nunca llegaron a plasmar más allá de lo conceptual y textual, en la República de Guaraní efectivamente este sistema si fue una realidad. Los lectores conocerán esto más bien por el cine (La Misión), por aquella célebre película donde aparecía Robert de Niro y en la que se creaba una comunidad cristiana en la selva, con estas ideas platónicas (un comunismo primitivo que quedó pendiente de desarrollar). El hecho es que otras perspectivas políticas de entonces, y la rivalidad entre países, acabaron con dicha República Platónica real. Pero fue posible. Eso es lo importante. Y si quisiéramos considerar su resurrección, ¿qué ventajas tendría? Para empezar, no hay cargos políticos al caso sino profesionales, expertos, en áreas concretas al mando de sus carteras. Es decir, no hay oportunistas que saben hacer campañas electorales perfectas pero que luego no saben gestionar lo que tienen entre manos. Lo cual nos aleja de errores o corruptelas a las que ya estamos acostumbrados. Por otro lado, el contexto donde se desarrolla, La República, no está reñida con la democracia. Precisamente Platón al final de sus días, en uno de sus últimos diálogos, afina el dardo hablando de la seudosofocracia en la que la palabra oligarquía desaparece o se diluye en la democracia. En esta mejora del sistema nos dice que las decisiones se toman entre los ciudadanos y los sabios (ciudadanos y expertos, nunca oradores). Y me voy a quedar con ese deseo querido lector, con el de que el gobierno debería consultarnos todo y tras eso dejar nuestros problemas en manos de los más preparados. Creo que nuestro país cambiaría mucho y tendría mejor reputación internacional. Me quedo con la seudosofrocracia, sí.

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