Antonio Lao
El silencio de los pueblos
Dice Mazón, todavía presidente de la Generalitat valenciana, que falló “el sistema”. ¿El sistema? ¿Qué es eso? Se sabe bien, por el contrario –y paradójicamente–, lo que más o menos quiere decir la palabra “antisistema”: todo aquel o todo aquello que se opone al sistema. Pero, ¿qué es eso, el sistema? Con esa palabra, sistema, nos solemos referir al tinglado, a todo esto, a la que tenemos montada, al Estado. “Todos somos Estado”, dijo el presidente del Gobierno. Entonces, todos somos el sistema. Incluido Mazón. Pero Mazón dice que falló “el sistema”, como si fuese algo ajeno a él, que no asume su grave responsabilidad en lo ocurrido en Valencia. Lo dice metiendo en el sistema a todos menos a él.
Es corriente, los políticos nos tienen muy acostumbrados, que aquí nadie asuma su responsabilidad. Aquí no dimite nadie. Ni aunque haya muertos de por medio. Ahí está la presidenta de la Comunidad de Madrid que, con 7291 muertos en las residencias de ancianos cuando la pandemia de Covid, aún sigue en su puesto.
De todas formas, se dijo con tenebroso descaro, alguna vez tenían que morir. Lo mismo que decían Agustín y otros llamados padres de la Iglesia respecto a los soldados que morían en batalla defendiendo la fe católica contra bárbaros y herejes –los vándalos de Genserico especialmente–, allá por los siglos IV y V: de todas formas, alguna vez tenían que morir. Y todos ellos, Agustín y los padres doctores de la Iglesia, fueron declarados santos a pesar de decir semejante barbaridad.
Ahí están, en las hemerotecas, todas las mentiras que dijeron cuando los atentados a los trenes, que causaron 200 muertos. “Vamos a perder las elecciones por doscientos muertos de mierda”, decían los anónimos que amenazaban de muerte a la madre que encabezó a las familias de las víctimas, aquella que le dijo a Zaplana: “De qué se ríe, señor Zaplana”, en su cara, en sede parlamentaria.
Todos ellos eran sistema, esa cosa anónima y amorfa, esa idea incorpórea a la que Mazón echa ahora la culpa por las más de 230 víctimas, entre muertos y desaparecidos, causadas por la riada. Pero el sistema son los otros, no él.
Él no estuvo allí, no acudió a tiempo, no le dio a la inundación la importancia debida, desapareció durante horas mientras a la gente se la llevaba el agua, pero él no es sistema. Son los otros el sistema. Esos no son muertos suyos. Como cuando el covid y los atentados a los trenes.
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