04 de diciembre 2024 - 03:10

Lacarne blanca de la muerte es inmortal y se llama Silvia Pinal. Silvia Pinal no hubiera sido nada sin Luis Buñuel y Luis Buñuel no hubiera sido nada sin Silvia Pinal. Las demás películas de Buñuel donde ella no aparece, son diminutas y fugaces al lado de las que aparece. El demonio, la carne y el mundo, todo junto en una dama. Si en una película de Buñuel ella hubiera aparecido solo un minuto, ese minuto le habría dado a la película destellos de oscuridad resplandecientes para siglos. Simón sólo Simón toda la película pero que estruendoso coñazo hubiera sido de no aparecer Silvia, carne radioactiva, vade ultra Silvia Pinal Viridiana. Silvia hace el resto de películas de Buñuel películas mediocres, y de ese burro no me bajo. La paupérrima substitutriz de musa, Catherine Deneuve, por ejemplo, hace sus peliculitas buñuelesca para decir que estuvo en la pomada, en la etapa final de Buñuel, una etapa confusa y más bien experimental con experimentos que no salen del todo bien, eso sí, a años luz de otro cine cicatero, pretencioso y que no arriesga para no perder. Brando y su tango tontopornográfico para que todo el mundo hablé de la escenita de la mantequilla, ese es el riesgo. Yo en Viridiana me creo todos los personajes y todas las escenas, de la primera a la última, de otras películas no tanto. Y vuelvo a lo mismo, quita a Silvia Pinal de la película y pon a cualquiera otra actriz y ya verás que bodrio aceitoso resulta, deja a todos los demás actores y todas las demás escenas y sustituye a Pinal por cualquier otra actriz, da igual, la que sea y verás que esperpento extraño resulta, todo deja de tener sentido, lo vergonzoso resulta vergonzoso de verdad, lo cutre, cutrez sórdida sin sentido, todos los símbolos, sólo símbolos de pega, la escena de la escandalosa última cena, si antes no aparece con su ingenuidad virginal Silvia organizando el desastre como una infeliz cándida, todo se desmonta, todo se cae pongas a la actriz que pongas. Ella cubre todos los huecos tejiendo un manto celestial cosiendo la repugnancia, la miseria, la mezquindad, el fetichismo inaudito, los grandes actores y los desconocidos. Y al mismo tiempo en el ángel es uno más, una más, uno más, de los informes seres sin sentido, todos igual de absurdos, marionetas solo con cuerpo presas del relator invisible. Visible, invisible, ausente, presencia incandescente, pura y sola entre la multitud.

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