Si Cicerón levantara la cabeza se moriría de nuevo

28 de agosto 2024 - 03:07

El origen del término jurista reside en el derecho romano, o “romanillo” como decían mis compañeros de estudios, que designaba jurisprudenciales o jurisconsultos, a los estudiosos de la ley, y que atendían consultas públicas. Sus interpretaciones dieron lugar a la jurisprudencia.

En relación con ese término, me gusta mucho lo dicho por el político Roque Barcia, cabecilla del Cantón de Cartagena, que el abogado debe ser probo, diligente, entusiasta; el letrado, estudioso; el jurisconsulto, prudente; el jurista, erudito.

Por cierto, que aún no sé por qué, un verano de hace muchos años, me compré el texto de Romano de la Universidad de Granada, como lectura refrescante, y hasta me lo leí y lo disfruté. ¡Hay gente pa tó!

Dicho lo anterior, miedo me da pensar en las modificaciones que el ¿gobierno de la nación? quiere hacer con la legislación que afecta, aunque sea de lejos, a todo lo que es información. De hecho, me ha venido a la cabeza la ley de ¿libertad? de prensa e imprenta de Fraga del año 66, gracias a la cual, según se decía en la época, los españoles teníamos plena libertad de prensa: podíamos comprar en el kiosco, el periódico que quisiéramos. ¡Que se lo pregunten al desaparecido, literalmente, diario Madrid!

Todo ello, sin hablar de los periódicos secuestros de la revista Triunfo, de la que hace poco he descubierto que tienen una página web en la que están publicados, debidamente escaneados, todos los números de la misma. ¡Bien por Triunfo!

Igual esta nueva ley de prensa, sirve para aminorar el paro colocando en todas las delegaciones de cultura o en los extintos gobiernos civiles a probos adictos al régimen que se avecina provistos de sendos lápices mitad rojos y mitad azules, los lápices, no los funcionarios, para ir siguiendo organizadamente la trayectoria de los medios de comunicación y poder distinguir, con fundamento y precisión, los ¿adictos o adeptos? al Régimen. Total, en sus filas tienen ya multitud de sujetos que no tienen nada que envidiar a los censores del extinto Ministerio de Información y Turismo, con idéntica o incluso mayor capacidad camaleónica para utilizar el lápiz bicolor, pues además muchos están acostumbrados a corregir, pues proceden de la enseñanza. ¡Gloria y loor a la nueva España que habrá de surgir! y que a más de uno nos helará la sangre en las venas. Para terminar, por hoy, lo que no termino de saber es dónde están todos aquellos que antes de ser lo que son, tanto pelearon por conseguirlo, sobre todo para ellos. ¡Más perdidos que el pulpo Paul en un garaje!

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