Antonio Lao
El silencio de los pueblos
Soy un pacífico ciudadano enamorado de la tranquilidad. Me encanta la tranquilidad. No me gusta la violencia. Además, si hay algo que me enerva, son tanto las normas mal hechas, que se prestan a distintas interpretaciones, como que no se reprenda de manera adecuada a quien infrinja una norma. Pero, siempre hay un pero, si hay algo que me moleste más que lo anterior, es que se rían de mí. Y si en vez de ser de mí, es de la sociedad, es de los ciudadanos, es del ordenamiento jurídico-legislativo de mi pueblo, pues ya no me molesta, me enerva. Por otra parte, si ha habido siempre un lugar respetado por los ciudadanos y protegido por la Ley y por quienes tienen la obligación de hacerlo: las autoridades, han sido las costas. Siempre han sido lugares respetados y protegidos por los Cuerpos encargados de ello. Pero por lo visto ahora las costas, no solo las almerienses, se están usando de aparcamiento, o algo así, de lanchas rápidas que no se usan precisamente para pasear y ver platónicos amaneceres o atardeceres con sus cambios de luz. Parece ser que no son lanchas de paseo, precisamente. ¿Qué puñetas está pasando en este país?
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