La mirada zurda
¿Qué es la suerte?
La duración cada vez mayor de las fiestas navideñas no es un fenómeno aislado: aquí el Viernes Negro dura un mes, el Día de la Cruz diez días… y la Semana Santa cincuenta semanas. Así, este año ha coincidido en Sevilla la Navidad con una procesión Magna, tipo de desfile que se está poniendo de moda. Si lo traigo a esta columna dedicada a la gastronomía y aledaños, es por las protestas que han protagonizado los hosteleros sevillanos por las restricciones que les impone el Ayuntamiento. Los vecinos del centro hispalense también están que trinan; y es que en 2023 hubo una media de dos procesiones al día en esa ciudad. No sé si incluyen los “traslados”, octavas, vísperas, rosarios, aniversarios y otras que seguramente se me olvidan. Otra de las quejas ha sido que la Junta ha dado una subvención de 600.000€ para el II Congreso de Hermandades y Cofradías (la Magna ha servido de clausura a ese congreso) mientras rebaja cada año la aportación a actividades artísticas.
Hay que ver cómo han cambiado los tiempos (nótese la originalidad de la expresión): en los años setenta del pasado siglo casi desaparecieron las procesiones de la Semana Santa en Almería: de las nueve cofradías “de toda la vida” solo salían dos o tres, con escasísima presencia de penitentes y menos aun de mantillas. En los ochenta, algunos esforzados empezaron a recuperar sus cofradías y pidieron ayudas a todo el mundo, especialmente a los hosteleros porque las procesiones llevan gente a las calles y eso beneficiaba a los bares y restaurantes. Ahora, aquellas nueve cofradías de Almería se han convertido en dos docenas, con miles de participantes, costaleros (antes iban en tronos con ruedas), capataz y profusión de plata y oro. Aquí, de momento, no parece que hay tanta presión cofrade sobre la hostelería. Como no tenemos Magna estos días, las terrazas están a reventar y con lista de espera en las aceras. Falta ver la repercusión de la huelga de pescadores con motivo de la fuerte rebaja de días hábiles para la pesca de arrastre. Menos mal que los bares y restaurantes que gastan solo pescado fresco son pocos, pero hasta el pescado congelado se va a poner por las nubes. De momento, el sábado por la mañana se agotó todo el calamar nacional y buena parte del resto de congelados en el Mercado Central. Huevos fritos con papas es la alternativa racional y más con la cosecha de invierno de papas nuevas, que ya está aquí.
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