
Paseo Abajo
Juan Torrijos
¡Jodida!
Comunicación (Im)pertinente
Se le adivinaba la mirada vectorial desde dentro del capirote. El nazareno se encaminó con decisión al público congregado en la carrera de la procesión. Al llegar allí, sacó el datafono y lo pasó entre los asistentes para que realizaran sus donativos. Otras veces solicitó bizzums para atender las necesidades económicas de una hermandad. A continuación, no van a salir ni Liborio, ni el perro Churchill, ni Campechano I, ni el resucitado sargento Arensibia, ni ninguno de los personajes que se escapan por esta columna. Este es un hecho real, que ha sucedido estos días y que ha trascendido a los medios.
Excuso decir que los jacobinos, siempre vigilantes y dispuestos a calumniar a la religión, no han dejado pasar tan suculenta ocasión para mofarse, sin compasión, de las esforzadas cofradías que engalanan nuestras ciudades en estas fechas tan señaladas. Me parece algo desproporcionado y corto de miras. Los hermanos cofrades han actualizados la secular práctica de la dádiva religiosa a los nuevos tiempos, aprovechando la comodidad que ofrecen los recursos actuales.
La limosna electrónica es de suponer que solo sea el principio de la inexorable modernización de la Semana Santa. Se dispone ya de recursos sobrados para reproducir la música tan característica de estas celebraciones, prescindiendo de las correspondientes bandas. La siguiente frontera, mucho más inmediata de lo que pueda parecer, apunta hacia la construcción de pasos en fibra de carbono. Esa tecnología, originaria de la industria aeroespacial, ha tenido un éxito notable en diferentes ámbitos de la automoción. Aportaría, sin duda, una gran ligereza que favorecería una circulación más veloz de los pasos procesionales. Esa acción podría complementarse con la sustitución de las figuras de la Pasión por sus correspondientes hologramas, rigurosamente perfilados conforme al original, aunque mucho más llevaderos. A ese propósito pueden contribuir otras novedades muy llamativas, sobre todo cuando terminen de desarrollarse algunas tecnologías. No es ciencia ficción pensar en robots especializados en cargar los pasos y procesionar con ellos a lomos metálicos. Como quiera que pueden programarse con precisión todas sus actividades, el robot-nazareno realizaría una gran contribución a la automatización de la Semana Santa. Por último, ya a medio plazo, se dispondrá de versiones de estas celebraciones en meta. Bastará con colocarse unas gafas de realidad virtual inmersiva para vivir las procesiones desde el sofá de casa, con la ventaja de poder elegir entre varios roles, ya sea como mero espectador, ya como hermano mayor, nazareno o costalero. Con ello se completará un giro radical, aunque necesario y acorde con los tiempos.
¡Y pensar que todo esto empezó porque a un cofrade anónimo se le ocurrió tender un datafono para recibir una limosna en abril de 2025!
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