A seis días de una nueva era

14 de enero 2025 - 03:06

Cuando acabó la Segunda Guerra Mundial y se conocieron las atrocidades del nazismo y el Holocausto del pueblo judío muchos de los voluntarios que fueron a Rusia a luchar con la División Azul impulsados por sus ideas fascistas prefirieron callar su participación en aquella guerra a favor de los nazis alemanes. Algunos incluso rechazaron los empleos que se les ofrecieron en recompensa de sus heridas y sufrimientos en el frente ruso y continuaron su vida en la penosa posguerra apartados del régimen franquista. Habían comprendido tarde que fueron peones manipulados por los gerifaltes falangistas en la geopolítica de la época, que volvió a Franco proclive a los triunfantes americanos. Ahora, Occidente entra en otra época neofascista de la mano de los hombres más ricos del planeta, que se han hecho con el poder en la nación más poderosa de la Tierra, y los distintos grupos fascistas europeos se disponen a secundarlos. Hay quien niega que la Historia se repita, pero se admite que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.

En este nuevo viraje del péndulo histórico tienen responsabilidad los partidos políticos. Los de derechas por ser escasamente demócratas y los de izquierdas por ser escasamente de izquierdas. A los unos les va bien el fascismo, la pérdida de las libertades individuales y de los derechos civiles, sobre todo si los pierden los trabajadores, los que no son los suyos. Los otros se han mostrado, se muestran cada día, temerosos de hacer políticas inclusivas y en favor de la gente, atentos más a lo que les critica la derecha y a gestionar el capitalismo en vez de transformarlo y hacerlo más humano, más progresista.

Dicen que muchos jóvenes han derivado a posiciones no democráticas y son caldo de cultivo del neofascismo por desconocimiento de la Historia. Somos, es verdad, culpables de no haber sabido enseñarles a apreciar lo que tienen, a valorar los derechos y libertades de que han disfrutado desde su nacimiento. No hemos sabido educarlos para vivir en una sociedad democrática y no hemos logrado que se sientan valorados en su país y tengan oportunidades de futuro, de vivienda, trabajo, seguridad social, apoyo del Estado y horizontes para sus hijos.

Ojalá no ocurra de nuevo un Hitler ni una persecución racial o ideológica. Ni tengamos que arrepentirnos de que una vez abrimos camino a los verdugos de la Libertad y la Democracia.

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