Los secretos

Juan Carlos García de los Reyes es un arquitecto. Y me atrevería a decir un arquitecto urbanista o especializado en urbanismo. Porque no todos los arquitectos son urbanistas o especializados en urbanismo, aunque lo hagan y sepan, y mucho. Le avala, actualmente, por dar un par de datos, que es el encargado de hacer los nuevos planes de generales de Jaén, Antas y Níjar. Y ha hecho el de Ronda. Y en sus charlas, conferencias, exposiciones o ponencias, parece que de lo que menos habla es de urbanismo, y al mismo tiempo habla y mucho, de urbanismo. Y al mismo tiempo habla, de muchas más cosas que son y no son urbanismo. Es la rara avis-sui generis, avalada por un éxito profesional inalcanzable, incontestable, que apisona la falacia de que para alcanzar el éxito debes hacerlo todo de forma procedente, ordenada, ad hoc y solemnemente como si todas las frases hechas y nobles una encima de otra hicieran algo muy alto. Y me dice a mí, creo que a mí, ya no sé, a lo mejor lo sueño, sueño que hablo con gigantes y los gigantes, a mí, tan minúsculo, me contestan diciendo, ad litteram, que no confían mucho en esas clases magistrales llena de datos y de artículos legales, justo en lo que confían los demás y a los hechos me remito. Un día dijo que se había quedado con mi cara y luego vinieron más charlas que yo diría, ya no magistrales si no superlativas, inabarcables, quijotescas, que no quiere decir locas o ilusorias, si no grandiosas, universales, como El Quijote (el libro, no el personaje) y a la vez ignoradas, casi extrañas para un público que no precisa de tales magistralidades, que quiere siempre ceñirse a lo suyo, que le parece todo un poco quijotesco en el peor sentido de la palabra. Pero que a la vez arrastra a multitudes, de unos pocos fervientes y verdaderos admiradores y unos muchos y falsos aduladores. Según Pareto habría un 20% de los primeros y un 80% de los segundos, largo me lo fiais señor Pareto, muchos me parecen los primeros y pocos, muy pocos los segundos, se quedó usted corto con la extrapolación de sus teorías a según que excepciones y reglas, cuando las reglas abruman poderosamente a las excepciones y las excepciones son, finalmente, el sustento de todas las reglas. Una vez tuve un maestro, casi amigo, que me enseñó pocas cosas y excepcionales. Ya no está, y casi no queda nada de él. Cuánto espero y que mucho quede de los nuevos maestros, casi amigos.

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