Luis Ibáñez Luque

Quizá seas tú quien sobra

El discurso segregacionista, ese que propone que «el otro» sea apartado, porque no cumple ciertos parámetros de sexo, etnia, capacidad, nivel académico, gustos, religión, opción política, procedencia o cualquier otro, es siempre arbitrario y va en contra de lo que significa ser humano. Desde que la genética demostró que las diferencias raciales no existen, que nuestro genoma no es tan distinto al de la mosca, que el coeficiente intelectual es solo un indicador que no determina el éxito académico o el éxito personal… cualquier clasificación carece de sentido objetivo, acaso sí que tiene un sentido político.

En España aún no se ha superado el debate sobre si la segregación en la escuela es positiva o negativa para el alumnado, en parte debido a una normativa muy tibia al respecto, que permite una cosa y también la contraria, siempre que se justifique. Y justificar, hacer papeles preciosos que no sirven para nada es algo que se nos da especialmente bien. Es todavía bastante habitual escuchar por parte del profesorado que este o aquel alumno estaría mejor en otro sitio, que debería existir otro itinerario para ellos, que necesitan un especialista que trate su problema fuera del aula, que es imposible trabajar con esta disparidad de niveles, que la enseñanza no debería ser obligatoria si no quieren estudiar, y un largo etcétera de argumentos sobre los supuestos beneficios de la segregación, tanto para ese alumnado como para el resto. Para el profesorado está claro que es muy cómodo. Hace mucho que la investigación y la práctica educativa han demostrado que la segregación solo empeora las cosas, en términos de resultados. Además de una obviedad: si asumimos que una de las funciones esenciales de la escuela es la socialización, proporcionando herramientas para vivir en una sociedad democrática, es imposible hacerlo desde la segregación. Puede suceder que haya personas que desde la ingenuidad suscriban las ideas segregacionistas. Son lo que se llama «tontos útiles». Otras personas, las más peligrosas, son quienes aún siendo conscientes de todo lo anterior defienden que es mejor vivir separados, etiquetados y manteniendo los privilegios de quienes están, estamos o creemos estar en lo alto de la pirámide. Si piensas que alguien sobra en tu aula, como si piensas que sobra en tu barrio, en tu ciudad, en tu país, sin más delito que ser como es… igual quien sobra eres tú.

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