‘Scroll’

En tránsito

01 de febrero 2025 - 03:10

Hay una experiencia común a millones de seres humanos que ahora mismo está teniendo lugar en cualquier parte del mundo: alguien coge su móvil y sin darse cuenta acaba atrapado en un agujero negro que le absorbe la atención –y la conciencia– y lo tiene atrapado durante un tiempo imposible de medir porque esa persona está flotando en un universo paralelo en el que ya no existe el tiempo. El fenómeno es universal aunque muy reciente, pues no tendrá más de una década de vida, quizá dos. Es lo que podríamos llamar el hechizo del scroll, o el maleficio del scroll, o incluso –siendo más certeros en el diagnóstico– el trastorno psíquico del scroll. ¿Y qué es el scroll?, se preguntarán algunos. Simplificando, se podría decir que es ese movimiento automático –pura hipnosis– que nos lleva a desplazarnos sin parar por la pantalla del móvil, saltando al tuntún de una información a otra sin que seamos capaces de salir de esa rueda diabólica. El otro día leí que el usuario medio del móvil navega cada día por unos cien metros de scroll, es decir, por la altura misma de la Giralda o de la Estatua de la Libertad.

Fui consciente de la maldición del scroll cuando un día descubrí que llevaba horas visionando el laborioso proceso de limpiar los cascos de un caballo. Por lo visto, y no me pregunten por qué, filmar el trabajo de los herradores se había puesto de moda y mucha gente colgaba los vídeos en las redes sociales. Y a partir de ahí, esos vídeos se viralizaron hasta el punto de que la escritora americana Roxane Gay escribió un ensayo sobre su adicción a la “podología equina”, cosa que me consoló al saber que no era el único que sufría tan extraña aflicción. Y por cierto, ¿imaginan a alguien levantándose en un corro de asistentes a una reunión de Adictos Anónimos para proclamar en voz alta: “Hola, me llamo Juan y soy adicto a la podología equina”? Pues sí, sí, ese es nuestro mundo.

Lo que uno se encuentra en el scroll es inabarcable: avalanchas de alta montaña, accidentes aéreos (muchos falsos), restos momificados de supuestos alienígenas, preguntas sobre fútbol, fragmentos de entrevistas que nadie sabe de dónde salen… en fin, de todo. Y todo es fragmentario y prácticamente incomprensible, y todo nos atrapa y nos perturba, y todo eso no sirve absolutamente para nada, salvo para destruirnos la mente. Bienvenidos al nuevo mundo, amigos.

stats