
Metafóricamente hablando
Antonia Amate
Un viaje exento de calor y de magia
Difícil trayectoria la del ser humano: surca los mares, descubre continentes o conquista la luna, pero nunca aprende lo suficiente como para dejar atrás su parte más salvaje, o quizá sí lo hace pero no le interesa el cambio. Esto es lo que me llena de rabia y tristeza, nadie lo sabe mejor que yo: soy su víctima desde el principio de los tiempos. Puedo cambiar de color o de rasgos a lo largo de la historia, pero sigo siendo el mismo: el indio, el indígena, el mestizo, el de color… Mi camino ha estado lleno de obstáculos, sangre, sudor y lágrimas, sin que haya importado a nadie. Una y otra vez la fiera enseña sus dientes, ensucia sus garras con la sangre inocente de sus víctimas, y todos callan mientras no les toque a ellos. Grito hasta desgarrarme la garganta, lloro con fuerza, me rasgo las vestiduras, caigo rendido e impotente ante la indiferencia del resto del mundo. Soy la niña que muere de inanición por un bloqueo inhumano, el niño que muere agarrado a un osito de peluche, bajo la explosión de una bomba, y ante la mirada aterrada de su madre, soy la presa del ogro de los cuentos infantiles. Mientras esto sucede disfrutas tranquilamente de la cervecita en una terraza, o de un maravilloso día de playa, sin que tengas conciencia de que el agua en la que mojas tus pies está teñida con la sangre de seres menos suertudos que tú. Nuestros destinos discurren por caminos opuestos, el mío está preñado de sudor y lágrimas, el tuyo de bienestar y seguridad. Vuelvo a gritar, me desgarro, lloro, y sigo siendo invisible, no existo para ti. Hoy te seduce la noticia del día: “Habemus Papa”. Olvidas o tal vez ignoras lo que representa. Te emocionas cuando lees su trayectoria, esperas que lo arregle todo, confías en que Dios lo iluminará, pero tú no te sientes parte de la solución de los problemas, no asumes responsabilidad alguna, sigues sin verme, soy transparente para tu duro corazón. Madre, no te preocupes, yo te protegeré de los lobos sedientos. Nuestro camino es duro: he cruzado extenuado un desierto, viajado en patera con la conciencia de morir ahogado, pasado hambre y sed, y todo con un objetivo. Llegué vivo, luché contra la injusticia, exigí el derecho a escapar de nuestra negra suerte, trabajé duro para rescatarte, hacerte visible y darte lo que te mereces. Hoy todo ha sido en vano madre, las fieras sedientas de sangre me envían de nuevo al infierno del que tanto me costó salir, la gran estatua de la Libertad queda ya lejos. Nuestro camino sigue enfangado de sudor y lágrimas, aunque no voy a desistir de mi empeño, volveré a por ti allí donde estés. Aquí ya no hay árboles ni pájaros, me devolvieron al desierto, pero vislumbro la luz al final del túnel. No sé si será real o solo fue un espejismo, pero VÍ LÁGRIMAS EN LOS OJOS DE AQUELLA ESTATUA CUANDO NOS DESPIDIÓ.
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