Ruidos y colores

Después de períodos de mucho trabajo en la hostelería, como Navidad o verano, se suelen acometer reformas, cambios de propiedad, aperturas y cierres de negocios. Solo en el centro de la capital están reformando el veterano Lisboa, que ha cambiado de dueño, han abierto dos negocios en Reyes Católicos, están en venta la taberna Majareta y el restaurante Aljaima, que me acuerde. Ahora se nota que se invierte en la decoración bastante más dineros que antaño. Sin embargo, se echa de menos una mínima atención a la acústica. A los ruidos, vamos. Dicen que los españoles hablamos muy alto, pero estoy harto de ver ingleses, alemanes o americanos hablar a voces en los bares.

El problema se agrava cuando las paredes, suelos, techos y mobiliario son amplificadores en vez de amortiguadores. Vidrio, metales, azulejos, mármol, estuco…consiguen aumentar considerablemente hasta una conversación normal, cuanto más el “cumpleaños feliz” o los brindis festivos. Y el caso es que, según expertos en la materia, las medidas para que un local sea medianamente silencioso son muy baratas. Lo que falta es interés. Y no deberían, porque es uno de los defectos que todos los manuales de estudios de hostelería señalan en primer lugar. Decía uno de ellos, el muy utilizado de Juan Felipe Gallego que entre los “fallos de diseño que influyen en la opinión que se forman los clientes, incluso de la comida que consumen” está el ruido; y añade: “Hay que tener en cuenta que el ruido crea más ruido”.

La elección de los colores también es importante. Por ejemplo, ya que hablamos de ruido, los colores fríos potencian el ruido y la luz, mientras que los cálidos los amortiguan. Poco, lo eficaz es estudiar y solucionar las formas y recubrimientos de las superficies. Y siguiendo con los colores, tengan en cuenta los decoradores que el rojo es excitante, que el amarillo atrae a los insectos y el azul los repele. Los diseñadores de los locales de comida rápida saben que amarillo limón abundante y un poco de rojo acrecientan la salivación: vean los burguer y similares. Los restaurantes que cuidan la gastronomía y el trato al cliente usan –o deberían usar- colores suaves y relajantes. Pero, en fin, no es lo mismo decorar que diseñar. El diseño incluye la eficacia y ergonomía de lo diseñado, une belleza y utilidad. Es más complicado que decorar.

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