
Paseo Abajo
Juan Torrijos
Los días pasan, María
Debo confesar y confieso que soy un sempiterno oyente de la Cadena Ser. Las primeras horas de las mañana durante la semana estoy con Ángels Barceló y los findes con Javier del Pino, hasta media mañana. Viene a colación porque en su columna “Un instante fundacional”, de Millás, colaborador habitual, hacía mención a que “unas rosas pueden cambiar dos vidas”. Unas cuantas palabras aportan, emocionan tanto o más que largos artículos. Me imagino un sencillo bodegón sacado de la paleta de colores de algún pintor barroco: sobre una mesa, la magdalena de Proust y, al lado, las rosas de Millás. “El caso es que entras en la tienda como la abeja en la campánula, como se penetra en un sueño, y dentro de ese sueño pides media docena de rosas que regalarás a nadie porque estás divorciado y vives solo en un cuchitril que parece un tanatorio. Mañana es sábado y vendrá tu hija, porque este fin de semana te toca hija. Te preguntará por las rosas y tú qué le dirás. Piénsatelo porque, si aciertas, ese instante se convertirá en un instante fundacional de su existencia”.
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