Luces y Razones
Antonio Montero Alcaide
Navidad
Mehabía pedido una chupa de esas baratas por internet, pero no llegó, seguro que ni me gusta. Pensaba comprarme una camisa en San José, pero no me dio tiempo, así que tuve que ir al concierto de los Sex Museum con la misma camisa o la única negra que tengo y la chaqueta ajada de terciopelo barato de siempre, la única prenda de ropa que no me ha traicionado nunca, y que espero agradecérselo toda la vida no tirándola al contenedor de ropa usada. Quedamos con mi primo hermano y su pareja para tomar cañas antes y fuimos en taxi. Ir en taxi es un escalón más en el ascensor social, antes íbamos en autobús. La sospecha es cierta, es para no conducir después porque la vuelta será igualmente en taxi. Y no conducir es para poder beber. He oído en la radio que en las Navidades se va a imponer el no beber. Me congratulo pero que cada uno beba lo que quiera siempre que no conduzca. Hay que beber con responsabilidad, comer con responsabilidad, conducir con responsabilidad, no fumar, hacer ejercicio, dieta adecuada y sobre todo no ir a ver a los Sex Museum ni grupos parecidos, como decían los soviéticos, el rock induce a la paranoia, la psicodelia, el alcoholismo, la drogadicción y perturba el cerebro dejando secuelas incurables. Y nada más?. Por eso no os recomiendo ir a estos grupos que no conoce nadie y que suenan como un misil dirigido directamente a tu mente ya de por sí dañada. Inundan de sonido el aire, intoxicando esa parte de tu cabeza que aún piensa que es normal. Destruyen las convenciones sociales, minan la bonhomía sin que ni siquiera sepamos lo que dicen, aunque sepas inglés, total, que más da, seguro que no hay mensaje, no hay esa profundidad a medio camino entre la sordidez y la poesía que emanan otros astros, ahora bendecidos. No hay poesía, nene, es solo rock. Alguien me dijo que son Black Sabbath mezclado con no se qué, mezclado con el licor que el barman me sirve ya sin preguntar, mixtura de alcoholes etílicos no recomendada por la ciencia médica, compuestos orgánicos que no daban en la clase de química, CO2 en plena expansión y explosión, granadas de mano de ozono sin ese humo que usan los grupitos, sin baladas ni banderas pirata. Con monólogos dispersos en la noche. Javier Arnal, José Miguel y yo viéndolos en un costado del escenario. En el ángulo muerto de teclas interminables. Encienden las luces, todo el mundo se ha ido. El mal despertar del rock.
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