¡Rocío, Rocío!

05 de enero 2025 - 03:10

La consejera de Salud de la Junta, doña Rocío Hernández, despedía el año contando a los andaluces que: “los hay que prefieren ir a un médico inmediatamente, a esperar una cita con el suyo”. Debe tener razón la señora cuando lo comenta. Mi caso es el siguiente: me levanté la otra mañana con un dolor de estómago, doblaito estaba. Hay que reconocer que cuando duele la puñetera barriga, se le pone a uno un estado de ánimo como para que le manden a tomar viento, y del fresco, en días de Navidad.

Me acordé de lo que dijo doña Rocío antes de despedir el año. Y me dije, valiente que es uno, voy a esperar a que me dé cita mi médico de siempre. Eso era a las nueve de la mañana, me había levantado a las ocho y no me entraba ni el café diario. La señora, que tiene un don especial para lograr cita con el médico, me indica, tras unos minutos colgada al teléfono, que para tres días después. Tres jornadas de 24 horas no es mucho tiempo de espera, me digo. A lo que ella, más práctica que uno, saldó con un: ¿Vas a aguantar los tres días con ese dolor? Y uno, más valiente que aquellos trescientos que defendían el famoso paso, contestó: Aguanto. Y con fe lo dije.

A las once de la mañana me acordaba de las Termópilas y de los valientes, a las doce de doña Rocío y su soflama, a la una de la tarde de lo tonto que es uno cuando se quiere hacer el duro con dolor de barriga. ¿Te preparo una manzanilla? Veía mi señora que la color la perdía, que los retortijones no paraban, y que de seguir por ese camino no aguantaría mucho antes de buscar un confesor. La manzanilla calmó la cueva del ogro, pero yo me seguía acordando del mensaje de doña Rocío.

Quiero mucho a mi médico de siempre, lo juro, pero la cueva del oso seguía echando fuego, la manzanilla no ha llegado a ser ni una tirita, y la comida tomada ha sido devuelta como si de un volcán en erupción se tratara. Doña Rocío, siento mucho no poder seguir su consejo, pero si no voy a un médico inmediatamente, está cueva me va a dar un susto. Aquella tarde, en contra de mis convicciones, que era seguir el mensaje de la consejera de salud, tuve que ir en busca de un médico a urgencias. Que me perdone el mío de cada día y doña Rocío de Sevilla, pero no podía soportar más, la cueva iba a perder la guerra a pesar de los trescientos que la defendían. Es difícil esperar la cita con el médico de siempre, cuando el dolor de barriga aprieta.

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