Reyes Magos

06 de enero 2025 - 03:08

Los viejos no hemos perdido la ilusión, y el día cinco, tras la cabalgata, un trozo de roscón, sin nata o crema, ponemos las zapatillas al lado del belén, recuerdo que durante la infancia los zapatos los dejábamos al lado de la ventana, era por donde debían entrar Melchor, Gaspar y Baltasar. Y una recomendación a los padres: que no cerraran la ventana. Nos hemos empeñado en poner las zapatillas bajo el árbol, pero los reyes no vienen a adorar al árbol, en sus tiempos no había ecologistas, vienen a adorar al niño que duerme en la cueva que hemos montado en el belén.

Cuesta trabajo levantar a los críos cuando están de vacaciones, pero no es el caso de este seis de enero que estamos viviendo. Los nervios de una cabalgata vivida con pasión, la ilusión de esas imágenes vistas en las calles, esos caramelos que volaban desde unas lejanas carrozas donde iban los reyes. Es un cúmulo de colores, de ilusiones y de sueños los que anoche se llevaron a la cama, y con los ojos aún cerrados se han levantado, y han buscado en el salón, junto a las zapatillas dejadas anoche, los regalos que los reyes les han traído. Yo era de los Melchor.

Los años han pasado, y los recuerdos de aquellos años se agolpan cuando llegan estas fiestas y ves en las caras de los nietos las mismas ilusiones que tenías a sus edades. Y vuelves a vivir con ellos la magia de la cabalgata, y coges caramelos y te ilusionas ante sus caras arrobadas por la emoción, o por el miedo, que también se produce en algunas de sus pequeños rostros. Los que hemos tenido la gran suerte de haber sido rey en un cabalgata ¿verdad, Benito? y hemos vivido de cerca las caras de aquellos niños, nunca nos olvidaremos de ellas.

Y cuando llegan estas fechas nos sentimos felices y agradecidos por haber podido vivir una sensación como aquella, y haber contemplado en los ojos de los que nos miraban la ilusión y la esperanza que despertábamos en sus vidas. Nuestro deseo, estoy seguro de que Benito la hace suya, es que nunca los niños pierdan la ilusión de la noche del cinco de enero, que sigan poniendo las zapatillas en el belén, o debajo de la ventana, por donde esa noche, mientras ellos duermen los reyes entrarán en casa y les dejarán un beso y sus regalos.

Y uno se siente niño ante estos días, y le gustaría repetir todo lo vivido en aquellos años en los que los reyes se convertían en la esperanza de una bicicleta o de un camión con volquete. Hoy en unos calcetines, una camiseta contra el frío, y si me porto bien, dicen que un móvil nuevo. Feliz día de Reyes.

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