Opinión
Las uvas de Isabel y Pedro
Leo, no sé donde, que Almería es la segunda provincia con menor porcentaje de ancianos. Tampoco sé por qué los sociólogos acordaron situar en los 80 años la edad que marca la entrada en la ancianidad cuando conozco gente que con 60 tienen tal cantidad de achaques, artefactos diría yo, de manera que, cuando salen a la calle, como el toro de lidia, salen drogados de ibuprofeno, deslomados por el reumatismo o afeitado su vigor a causa de la próstata podrían añadirse a los 33.107 almerienses que resistieron al virus, al contrario que en Madrid. Porque aquí, que es tierra sabia, sí nos hemos dado cuenta que los ancianos tienen alguna entidad.
Desde siempre me ha gustado la canción “Resistiré”, escrita por Carlos Toro para su padre Carlos Toro Gallego cuyas estrofas son un canto a la capacidad de resistencia de un hombre que vivió bajo aquella pandemia que asoló España durante cuarenta años y que le llevó a prisión gran parte de su vida. Pocas canciones atrapan con la misma seguridad con que lo hace El Dúo Dinámico con elementos tomados de la canción de Gloria Gaynor “I will survive” (Sobreviviré).
A mi “Resistiré” me sirvió de mucho durante las dos pandemias que he vido. Tan es así que en vez de persignarme al levantarme como me enseñó mi abuela, me levantaba cantando la canción de Manolo y Ramón y, como estos ochentones resistieron al virus, yo también resistí, incluso me sirve ahora que ya no me queda futuro y sólo me queda pasado.
El otro día sentí una ráfaga de furia contra un joven motorista mientras cruzaba un paso de cebra va y me grita “¡Vamos, abuelo, que es para hoy! Que mi nieto me llame abuelo lo comprendo, porque la palabra está cargada de dulzura; pero que un extraño te llame abuelo es sentir sobre mí el desprecio que en estos tiempos las nuevas generaciones sienten por los viejos de modo que sientes una magnética fuerza, como esos héroes dotados de superpoderes con los que viaja mi nieto, para resistir y volverte invisible en una nueva época que ya no conoces.
Nunca mejor dicho los versos del poeta portugués José Saramago :“¡Tengo la edad que quiero y siento!/la edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso/Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso o lo desconocido…/Pues tengo la experiencia de los años vividos”. Quise leerle estos versos al impaciente joven del paso de cebra para que aprendiera que saber eso y vivir es la magnética hermosura que tiene la vejez.
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