
A Vuelapluma
Ignacio Flores
¿Qué es lo que hacen los políticos?
Comunicación (Im)pertinente
Ami me convirtió en republicano Charles Darwin. Me convenció de que las especies que subsisten son las que han sabido adaptarse mejor al medio, para lo que han necesitado evolucionar y progresar más que otras especies. El darwinismo es susceptible de ser trasladado a la historia humana sin demasiadas dificultades. Con todos los matices que quieran hacerse, como tónica general se han conseguido avances progresivos desde la Noche de los Tiempos hasta nuestros días. Podrían aducirse cientos de ejemplos, pero por mencionar los más inmediatos, no sé, hoy no se sacrifican seres humanos para calmar la ira de dioses terribles, no se santifica el incesto pedófilo, como en el Libro de Lot, o, en fin, no hay africanos enjaulados en los zoológicos, como en la Bruselas de 1958. Bélgica ha tenido una tradición infausta en esa dirección. Todo empezó con el genocidio del Congo que encargó Leopoldo II, En la cima de su poder colonial, en 1897 exhibió a 267 congoleños en el palacio de Tervuren. Incluso exportó congoleños, como el pigmeo Ota Benga, finalmente recluido en una celda junto a un orangután en el zoo del Bronx. Estas cosas no pasan hoy. Desde una óptica darwinista, la monarquía es una institución extemporánea que responde a un tipo de sociedad superado por el transcurso, no ya de los años, sino de los siglos. La figura del jefe de estado hereditario es un completo anacronismo sin sentido en una sociedad avanzada. Entre sus varias implicaciones gravosas, se incluye la ominosa carga que supone sustentar a familias reales, ociosas y con altísimo nivel de vida, que financian los impuestos del resto de ciudadanos. En el caso español concurre un agravante que no es menor. La historia nos ha deparado a los Borbones como casa real gobernante. Ni merece la pena comentar las últimas batallas del patriarca del clan, embravecido en una defensa de su honor, pretensión poco menos que imposible. Cuando alguien ha dejado de comportarse de manera honorable reiteradamente, lo esperable, incluso lo normal, es que se le mancille el honor tarde o temprano. A Miguel Ángel Revilla pueden imputársele acusaciones diversas. Por supuesto que ha convertido sus críticas al rey en un negocio, que ha bordeado lo soez en numerosas ocasiones, que es incluso un oportunista algo más que manifiesto. Pero, por encima de esa y otras consideraciones, no ha hecho más que comentar en voz alta lo que pensamos la mayoría de los españoles. El próximo 14 de abril no solo debemos conmemorar una fecha histórica señera, sino mirar con ilusión y esperanza un futuro tricolor para España.
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