Fernando Collado

Reiniciando

01 de abril 2025 - 03:09

En los tiempos que corren, todo el mundo conoce ya el primer truco que los informáticos —o incluso los usuarios aficionados— empleamos cuando un cacharro se atasca: hay que reiniciarlo o, a veces, incluso resetearlo. Y esto encaja bien con una cita que leí hace poco: “Casi todo funcionará de nuevo si lo desconectas por unos minutos, incluso tú”, nos recomienda Anne Lamott. Yo no sé ustedes, pero veo a todo el mundo bastante cansado. Yo el primero, que conste. Y no hablo solo de un cansancio físico, sino también emocional y mental. Es un agotamiento profundo, denso, que parece resistente incluso a una buena siesta o unas vacaciones sensacionales. La psicología del cansancio crónico va más allá del estrés laboral o la falta de descanso. Hunde sus raíces en la brecha que se abre entre lo que hacemos, empujados por la dinámica diaria, y lo que de verdad necesitamos. Lo hemos hablado en otras ocasiones, y en realidad todos sabemos que no nos hace bien contestar correos a cualquier hora o sincronizar cada minuto de la vida personal con los requerimientos laborales. Pero lo hacemos constantemente.

Y al final, el cuerpo empieza a pedir ayuda: tensiones musculares, malas digestiones, insomnio, cefaleas, catarros constantes… Pero el alma también se queja: perdemos frescura, entusiasmo, incluso el sentido de nuestra vida. Nos repetimos todo el tiempo que no nos pasa nada grave, pero ya estamos un poco rotos por dentro. Sucede, además, que esta pose de aparentar que todo está bien, mientras por dentro estamos agotados, es una trampa que nos atrapa a nosotros mismos. La bola sigue creciendo mientras no cejamos en nuestra necesidad de seguir cumpliendo expectativas ajenas, mientras se marchitan las nuestras.

Es entonces cuando surge la necesidad de desconectar. No solo de parar, ojo. Hace falta apagarse un rato para volver a reiniciarse y reconectar nuestro interior con algo más. ¿Y eso qué es? Pues con lo que a cada cual le haga bien. Para algunos será el silencio, para otros, la naturaleza. Habrá quien lo encuentre dibujando o desempolvando la vieja guitarra que hace años no toca. Se puede hallar en una lectura sin prisa, sin sentirse culpable, o en una conversación sincera sin pantallas de por medio. No hay receta universal, salvo la de apagarse un ratito y volver a encenderse procurando conectarnos con lo que somos.

Porque lo que agota no es lo que hacemos, sino cómo lo hacemos.

stats