Ángel López Moya María Vallejo Miras

Recordando al TG. CassinelloLa eseer

La leja

04 de diciembre 2024 - 03:10

De repente apareció la noticia en toda la prensa española y de una forma especial en la almeriense: El Excmo. Sr. Teniente General Don Andrés Cassinello Pérez había fallecido en la madrugada del 20 de noviembre a los 97 años de edad. El azar, al que yo llamo Dios, hace cosas curiosas con las fechas, haciendo coincidir en el mismo día y mes, aunque en diferentes años, el asesinato de José Antonio, la muerte de Franco y la del TG. Cassinello. Yo tuve el honor de conocer a Andrés Cassinello el día de San José, de hace ya 20 años, en la casa de su hermano Pepe, cuando vino para celebrar su onomástica. Desde aquella fecha empecé a conocerlo más en profundidad en las tertulias que teníamos todas las mañanas en el café de la Plazuela que hay al final de la calle Real. Él siempre desayunaba café con leche y una tostada de mantequilla Lorenzana. Fueron muchos años de gozar de su presencia y de su dilatada experiencia profesional y humana. Los últimos años que vino a Almería ya le costaba trabajo subir la cuesta de la calle Real y lo hacía apoyándose en dos bastones. Pero su mente seguía intacta. Recuerdo que yo le decía: mi General tú tienes que saber cantidad de cosas interesantísimas para cualquier estudioso de la historia. ¿Por qué no lo publicas? Y él siempre me decía: mientras yo viva, de esas vivencias secretas que indudablemente tengo, jamás contaré nada; es cierto que lo tengo todo escrito y cuando yo me muera mis hijos que hagan lo que quieran. Y lo cumplió.

De su hoja de servicios como militar no voy a contar nada, porque es bien conocida. Sí quiero recordar algunas anécdotas de su paso por la Academia de Infantería como profesor, que me han contado algunos de los que fueron sus alumnos y también su hermana Mercedes. Le llamaban “El Caudales” porque repetía con frecuencia “y guárdense de llegar tarde”, “guárdense de no tener las botas limpias”… También le llamaban “El Naci”, no por ninguna connotación política, simplemente porque era alto, rubio y con ojos azules” …cosas de los Cadetes. Lo sé muy bien porque yo también he sido primero alumno y después profesor en la Academia de Caballería y todos hemos tenido algún apelativo.

Fue un hombre con una gran capacidad intelectual que lo demostró y utilizó a lo largo de su dilatada vida en los distintos destinos que desempeñó. Pero esta gran inteligencia que Dios le dio, la puso siempre al servicio de los demás, teniendo en el punto de mira a Dios y a España. Ambos conceptos le fueron inculcados en el ámbito familiar, primero por su padre, mártir que fue asesinado en Turón por las hordas republicanas y después por doña Adela Pérez López, su madre, una auténtica leona que luchó con todas sus fuerzas durante y después de la guerra para sacar a sus cinco hijos adelante durante aquellos años del hambre y aislados del resto del mundo.

Fue un gran jugador de ajedrez y me cuenta su hermana Mercedes, que ahora lleva el timón de la familia Cassinello, que era capaz de jugar una partida de ajedrez situándose de espaldas al tablero…y ganaba. Me cuenta mi amigo Juanjo, gallego de nacimiento y almeriense hasta la médula, que siendo Fraga Iribarne estudiante hizo una apuesta con un amigo, al que le dijo que en una noche él era capaz de aprenderse todas las banderas del mundo. Fraga ganó la apuesta. Viene al caso esta anécdota porque Andrés Cassinello fue posiblemente la mente más preclara del siglo XX o por lo menos una de ellas, como la de Fraga.

Durante los años que fue Jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, su preocupación constante fue mejorar en todo lo posible: equipo, servicio, casas cuarteles etc. de los componentes del Benemérito Instituto. Me cuenta un compañero de promoción, que en sus años de Teniente, estando destinado en el Pirineo Catalán, Cassinello apareció por allí y encontró en la zona más arisca y apartada de la cordillera a una pareja de la Guardia Civil. Me decía que al General se le cayó el alma a los pies, al ver en qué condiciones vivía aquella gente y el abandono en que dejaban a sus familias; luego añadía mi amigo que mejoró ostensiblemente el servicio en cuanto volvió a Madrid. Por ese motivo estos viejos Coroneles de la Guardia Civil de aquellos años lo adoran y lo recuerdan con cariño.

El TG. Cassinello debe ser declarado “Hijo ilustre de Almería”. DEP.

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