La receta de los mil latigazos

16 de febrero 2024 - 00:15

Creo que la sociedad española haría muy bien en abandonar ciertas prácticas católicas, como la flagelación. Darse latigazos a uno mismo (con todos mis respetos hacia quien lo haga) no te va a hacer mejor, en ningún sentido. Solo te va a lastimar. Creo que es algo que va con nuestro carácter latino, bruto, incivilizado a ojos de Europa y el mundo, con aquello de que África empezaba en los Pirineos, con la subida de testosterona o eso de «moñearnos» mutuamente, según el caso.

Si el alumnado va mal en matemáticas y está súper desmotivado hacia la materia, ¿cuál es la solución? Más horas, haciendo lo mismo. Si en lengua el alumnado no entiende lo que lee ni tiene hábitos lectores, ¿qué hacemos? Sin modificar un ápice las clases de lengua, damos más y más horas e introducimos un «plan lector» donde obligamos a todo el mundo a algo que no sabe hacer y en lo que no cree, de manera impuesta y descontextualizada. Si tenemos mucho alumnado que suspende exámenes, ¿qué hacemos? Más exámenes. Rara vez nos planteamos «oye, vamos a hacer otra cosa». Si no ha funcionado sacar a un chico o una chica del aula para darle apoyo, automáticamente pensamos «es que no se le ha dado el apoyo individualizado necesario, hay que traer más especialistas que le traten fuera del aula, más horas, para que así se mejore» (como si fuera un enfermo que debe estar aislado). Si uno de cada 30 chavales crea auténticos problemas con el teléfono móvil, ¡lo quitamos para todos! No vaya a ser que descubran que hay un mundo interesante por aprender y al que acceder en las redes. No vaya a ser que se den cuenta de que hay vídeos de Youtube que explican las cosas mil veces mejor que su profesor o su profesora.

Tenemos que abandonar de una vez por todas el cainismo. Como dice la famosa frase atribuida a Albert Einstein: «locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes». Aunque nos cueste, tenemos que dejar a un lado nuestra superstición (mágica, sin fundamento) de que «si no quieres caldo, toma tres tazas», de que entonces, aunque sea por cansinos, todo empezará a funcionar. Es en realidad una posición muy castiza, muy ibérica, eso de «se van a enterar», o «se van a c..ar». Esto no va a sí. El verbo aprender, como el verbo amar, no se pueden conjugar en imperativo. ¿Qué tal si probamos a hacer algo distinto, basándonos en cosas que sabemos que funcionan en otros contextos?

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