La reapertura de la estación

16 de julio 2024 - 03:10

La semana pasada apareció en la portada de este diario la noticia de que la histórica estación de ferrocarril había abierto sus puertas después del abandono en el que ha permanecido durante un cuarto de siglo. No es la primera vez que me he referido al disparate que supuso el cierre de las estaciones de autobuses y de ferrocarril y sustituirlas por ese edificio impersonal llamado “intermodal”. La estación de autobuses, proyectada en 1952 por el arquitecto Guillermo Langle está considerada una de las obras maestras de la arquitectura andaluza. En su interior figuran unos murales de pinturas indalianas, de Luis Cañadas, donde aparecen paisajes urbanos y rurales de Almería. Un edificio que fue diseñado expresamente para el transporte de viajeros en autobús y decorado con todos los detalles para dar la bienvenida a los visitantes de nuestra ciudad, perdió su identidad y se ha convertido en un supermercado. En cuanto la estación de ferrocarril, fue restaurado el edificio, pero ha permanecido cerrada y no se sabe muy bien qué hacer con ella. Se ha especulado sobre su uso y nadie con competencias sobre su destino lo tiene claro. Sería un disparate que corriese la misma suerte que la estación de autobuses y verla convertida en una superficie comercial, que es una de las alternativas con las que se ha especulado. Otra idea que subyace es la de montar en la estación un “contenedor cultural”, una denominación que se ha utilizado para adjudicarle una actividad, que no se bien en qué consiste. La apertura de sus puertas recuperando la función ferroviaria para la que fue construida es una buena noticia, aunque, según he leído en este diario, solo permanecerá abierta hasta que concluyan las obras de la segunda fase del soterramiento y la llegada de la alta velocidad, prevista en 2026. Abrigo la esperanza de que, con la práctica, se considere su verdadera naturaleza. No conozco que se diera el caso, en ninguna de las ciudades a las que he llegado en tren, de contar con un edificio histórico como la estación de ferrocarril que tenemos en Almería y dedicarlo a otra actividad, que no sea para el fin que fue construido. Una estación de trenes es la antesala de una ciudad y tiene suficiente importancia para merecer un marco noble. En el año 1893 así lo entendieron quienes dotaron a nuestra ciudad de uno de sus edificios más emblemáticos, para dar la bienvenida a los pasajeros que nos visitan. Adjudicarle otra función no tiene sentido.

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